La poesia y los días

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La escritura hija de los días. La que inventa al día, le da sentido y sustento y la que los días crean a su imagen y semejanza. Toda imagen que conmueva, que desordene los sentidos y sea capaz de convocar al desasosiego, al diálogo interior que es justificación de todo autor. La palabra que sobrevive, y en consecuencia, se distingue de la otra endeble, que cae al piso como hojas desmayadas. Posiblemente tendrá cabida otra tentativa: La que no provine de la experiencia personal; sino de la que se hace colectiva, nos elige de morada pero que nosotros no vivimos y llega como un eco de otro tiempo.

Ese será el acento de esta escritura, de allí su virtud y tragedia. No defenderemos ni una ni otra.

Frente a lo cotidiano y su contrario, habita el asombro; en este caso, la palabra que está por escribirse. No fumamos de lo concluido...

APUNTES IDEAS EJERCICIOS Y CRÓNICA DEL MÁS LARGO VIAJE DE LA UTOPÍA

jueves, 15 de diciembre de 2011

Si me apuran el paso, soy de esta Isla

                                                                                                  Para Benigno Peña

Permanece como la mar
como una nube
como el rastro de la luna sobre el tejado de una casa vieja
                                                                                               sola
                                                                                              vacía
como la 5 avenida pariendo flores
como el monumento de Miranda
como el rincón martiano
como el parque Almendares
¡Qué mujer, caballero! Comentan en La Habana
Los viejos modelos me resultan más cómodos
se mueven cómo esas mujeres abultadas de nalgas
Miro hacia la mar
El sol baña mi frente y me resigno
¿Qué me permiten llevar en la mirada de esta Isla?
¿Qué de esta tierra es mío?
Disculpe, Ud., poeta
el río Almendares reclama su puesto
ahorita lo vi como un perro echado en los ojos verdes
los únicos ojos verdes que trastocaron mis sentidos
de la mujer que me atendió en la casa José Martí
Veo bien: por un olor la tierra también entra a los sentidos
Las piñas y su aroma
endulzan el paladar de la tristeza
¿Cómo cruza la calle un hombre triste?
Un hombre triste cómo canta
Que venga Polo Montañés y de orden
de pararme firme ante los cinco
Que las estrellas no le nieguen brillo
y entren por montones por alguna rendija
Ya se quedaron aquí entre nosotros
¿Quién dijo que aquí no están?
Gracias, Polo, otros guardan silencio
La palma real ofrenda otro gesto de gozo
casi una carta de bienvenida
Si la llanura es un mar sin ola
¿Cómo menciono a la marina Hemingway?
El mar será simplemente el mar
Siempre un punto lejano y otro
Un barco chiquito en cuatro rayas azules
Ahora me percato de la modestia
Che tiene el tamaño de esta Isla
cuando el sol de América se enfriaba
apareció en Bolivia y sorprendió a todos
De allí en adelante vale el continente
En este hablar, descubro la Isla
El caballo del sueño
¿Qué me permiten llevar en la mirada de esta Isla?
No aspiro a tanto. Algo de lo que nadie pueda despojarme
Seguramente el regreso a mi infancia
Y allí los días jamás superados junto a mi madre de dicha
Regáleme el Paseo del Prado, por dios
Súbase al caballo, aquí lo tienes hijo
Mañana cuando me vaya
por la tarde búsqueme en la avenida de los Presidentes
A las doce iré al Floridita
En el bulevar de obispo
la Cuba que se parece al mundo
le temo
Detallaré a los venderos de la Avenida Salvador Allende
al entrar a la calle de Bolívar
encontré a la virgen de la Caridad del Cobre
de visita a la Iglesia de Reina, ¡Qué suerte tengo!
la Cuba que le reza a Jesucristo, ciertamente
En esta calle que también lleva tu nombre, Padre
las horas me guardarán intactos
y en compañía de Eusebio Leal
caminandola me sorprenderán
en cualesquieras de su s bocacalles
En casa de los afectos tendrán asiento
Fernando Retamar y Pablo Armando
Esta es la casa cubana Cintio Vitier
Esta otra la de la Loynaz
El niño Lezama le cuenta a Eliseo Diego
mi propia tragedia: La vio morir instante por instante,
la eternidad que se expresaba en goterones de sufrimiento
¿dónde encuentro a mi madre Pablo Armando?
Dime que aun vive, que juega a la escondida
El reino de la línea y el dibujo
de hermosa biblioteca
de tapas de lujo Lunes de Revolución
Esta es la casa del jardín de las palabras
Pablo Armando me enseña reconocer a mi mujer
en el sonido del agua en la cocina
y allí la encuentro en el olor del guiso
mientras él agradece el don del cine
y reescribe el guío de su propia película
entra a escena y vuelve a la silla de espectador
Pablo es un ángel montado a caballo

en el regreso, pienso
y lo pienso bien, otros no pudieron
mejor cruzo por debajo la bahía por un túnel de 710 mts.
y allí junto al Castillo del Morro
pocos antes de anochecer,
La Habana se desprende y avanza con los brazos abiertos
me le escondo como lo enseñó mi hija Mariana
salgo de mi ser material y mi capacidad de reconocer
graba este encuentro de mi cuerpo con la postal que ahora palpo
la mirada se colma de felicidad
la mirada se estira hasta la última línea de la inmensidad
y se empeña en escribir la estación de los trenes
la mirada arrinconada cojea de belleza
y la pongo a caminar como una mujer que recién hizo el amor
la mirada fracasa
 la mirada no escribe y eso duele
¿quién puede quitarme esto que pretende mi ambición?
Un poema honra de algún libro
este retrato que no aflojo
y cómo de él pretenderán despojarme
me arranqué los ojos
y así la imposibilidad mande en mí
y desde la oscuridad la memoria lo guarde
y venza los obstáculos de entrada y salida en los aeropuertos
y viaje en el avión y vuelva a darme cuenta de lo que me despido
ya cerré la puerta de la habitación y entregué las llaves
pierdo mi condición de huésped y retorno a la de ciudadano
cuando mis amigos me lleven a la taberna
cubriré las paredes con la gracia de esta mirada que me reconforta
—¿Esto qué es?... ¿Por qué tiembla? ¿Qué lleva allí?
Esto es un libro. Aquello una humilde botella de ron
Y una simple imagen libre de impuestos
me revisan una y otra vez
—El avión les digo, y me dan paso
un airecito de calor retorna al cuerpo
extraigo de la mirada el retrato,
lo beso y lo alojo en la tercera gaveta de la memoria
el malecón me permitió ver la última línea de la inmensidad
el mar casi color de plomo bordado de estrellitas traviesas
muertas al intento
me recuerda la otra inmensidad bajo la lluvia
la tierra de mis pies, la del pan de mi poesía

razono
tengo prohibido por ejemplo de familia, la traición
el mar y la llanura son uno: ambos nos hacen temeroso de la inmensidad
y si a esta inmensidad Ud. le agrega una palma
y junto a la palma un caballo,
y arriba de eso el jipijapa que Eloy Alfaro le regaló a Martí
estoy perdido
                     entre los azules blancos de San Fernando de Apure
y el plomo cenizo de la bahía

Que lo sepa el mundo que este poema
se inclina ante Mariana Grajales
por el paquete de hijos y esposo
ofrendado a la epopeya de Antonio Maceo
—Oigo Mariana tu gesto de Patria
Y pienso que el poema debe entrar en la contienda
Marco tenía 13 años cuando Ud. le dijo —empínese, ya hora

Ya es hora que me declare en movimiento
por estos ojos verdes por los que veo la gracia en movimiento
—Vengo a decirle que estoy enamorado de su mujer
y si Ud. tiene alguna autoridad sobre ella
dígale que me corresponda
¡Amor! Esto es terrible ya tengo nuevos amores
Hijos vengase conmigo ¡no me dejen solo!

Por este misterio, doy la vida
ahora puedo decir que conozco la patria

Soy esta isla y si me apuran el paso seré esta Isla

                                                            La Habana, 15 del anochecer y amanecer del 20,
                                                            diciembre de 2011

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