Por qué tanto olvido
por qué tanto desapego
Escríbeme una línea
dime que todo tu cuerpo es mío
Que en tu existencia
no cabe otra
si no la de mi nombre
Que toda tu ambición
es la de hacerme Príncipe
que clausurarte tus sentidos
y no tienes deseos de vivir
si enteramente de mí
no te ocupas
Que no hay cielo ni tierra
si yo no soy el único
entre la luna y el sol
Qué soy el pan de tu risa
y la gracia de tu angustia
Qué cuando me olvides
el sabor del agua
me reubique en el lugar exacto
de las prioridades
cuando abras los ojos
mi presencia infinita
renueve tu ser.
Y te pintes y arregles
cómo la primera vez
de nuestro encuentro
Cuando los cierres
mi imagen se haga
infinita en ti
y se fije como
la única puerta
de aliento y voluntad
posibles
Que la felicidad existe
y cuando te abandone
soy yo el único puerto
que ambiciones
Cuando no me busques
notes mi ausencia;
y cuando me busques
confirmes que tu deseo
aprendió a congujarse
en la primera persona
del plural
Que yo podré amar a otras
como te amo a ti
pero no creo que repita
nuestra hoja de amor
Que otros podrán amarte
como te amo yo a ti…
El camarada detalle
se presenta en mi defensa:
Algo se repite de nosotros
y en consecuencia,
subsiste mi existencia
en tu ser, y esa no es
la promesa que hiciste;
hasta mi recuerdo
arrancar de raíz
—No se olvida lo que se quiere;
se olvida lo que se pueda;
lo restregó mi madre
cuando me sintió triste.
Amaré otras en vano
si el orgullo me doblega
pero estaré siempre
preguntando ¿dónde estarás?
y sin saber con quien estás
volaré hasta ti,
rogándote un minuto más
un traguito de amor,
del vino más tinto
que me dieron tus senos.
Y cuando te percates que todo lo tienes
y que conmigo no tuviste nada;
ni siquiera una noche de amor…
Como todo lo tienes,
estarás aburrida
echarás de menos,
mis reclamos puntuales
la ropa de buen gusto
el cabello a tu medida
y el modo tan mío
de pedirte un poquito
del vino más puro…
Tu sexo, tus senos,
tus piernas, todo tu cuerpo,
tus pies, tus labios,
¿quién los contempló
como se mira a Dios?
Y así, el brote de olvido que no es,
y la ambición mía,
acompañada de la tuya,
despojada de orgullo,
nos pondrán en el camino
de encontrarnos otra vez
Rositas de maíz saltaran en el viento,
temblaran nuestras manos;
nuestros labios pronunciaran
los reclamos más dulces que nadie nos hizo;
yo diré que la culpa es tuya
y tú dirás lo mismo;
urgido de un minuto más,
contestaré que me enseñes
cómo debe amarse una mujer.
Entonces, y solo entonces,
comenzaran de nuevos
nuestros planes…
el hogar que tenemos prohibido
la casa de dos pisos
con mi biblioteca en la segunda planta
y patio de Terry, Toby y Boby
la camarada Lorenza y los morrocoyes
y Albanela, mi pequeña tortuga
los hijos que nunca llegaron
para que nadie moleste mi atención
(Ud. siempre pendiente de que nada
distraiga mi escritura)
los viajes a Cartagena de Indias
la visita a mi padre al sur de Londres
y el retorno a mi tierra de Apure
de enterrarme allá
y de vivir feliz en San Carlos de Austria
todo lo que me has dado
los libros que debes comprarme
las canciones más hermosas del mundo
que son mí único patrimonio
el temor de la caída
el encuentro y el adiós
y entre ellos lo estable
sin posibilidad de comprender
donde empieza lo real
y la mentira ¿dónde?
tan apretaditos como en el sueño
y entonces, y solo entonces,
estaremos en condiciones
de entender mejor el amor
Vale decir, esta llama que no cesa,
que solo tiene dimensión exacta
en quienes no pierden
la fe ni la esperanza
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