La poesia y los días

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La escritura hija de los días. La que inventa al día, le da sentido y sustento y la que los días crean a su imagen y semejanza. Toda imagen que conmueva, que desordene los sentidos y sea capaz de convocar al desasosiego, al diálogo interior que es justificación de todo autor. La palabra que sobrevive, y en consecuencia, se distingue de la otra endeble, que cae al piso como hojas desmayadas. Posiblemente tendrá cabida otra tentativa: La que no provine de la experiencia personal; sino de la que se hace colectiva, nos elige de morada pero que nosotros no vivimos y llega como un eco de otro tiempo.

Ese será el acento de esta escritura, de allí su virtud y tragedia. No defenderemos ni una ni otra.

Frente a lo cotidiano y su contrario, habita el asombro; en este caso, la palabra que está por escribirse. No fumamos de lo concluido...

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miércoles, 2 de noviembre de 2011

El otro bando aun no me tienta

A finales de los ochenta, escribí un texto ante el giro de algunos compañeros de estudios que abandonaron su bando de hombres inconformes.
Veinte años después, me encuentro ante otra incomodidad: compañeros que aperentando seguir siendo pasejero del mismo barco -acaso el mismo barco ebrio del poeta- se volvieron insensibles ante los males que enfrentaban en su época de sueño. Hechos que más que idológicos son de valores y están reñido con el "político de nuevo tipo".
Contra éste nuevo brote me declaro sin compromiso y a ellos les dejo éste texto (yo sigo por el mismo camino de siempre), de un libro desterrado de mi biografía, publicado en 1992:

Movimientos en el otro bando

Ayer lo enterramos
en la parte oscura
y tenebrosa
del olvido
Yo lo vi
en la fila
del otra bando
tres cuartas partes, cuerpo,
la restante, espíritu
Lo vi muerto
antes de tiempo
a la orden
de la traición
                  Adversario del pueblo
caminaba de espalda
a la esperanza
                     Alzaba la mentira
de bandera
a la cabeza del enemigo
tantas veces denunciado por él
Lo vi muerto

                  primeramente
con la cabeza en sus manos
negándose a así mismo
Después
       se cambió el rostro
adornado de una sonrisa falsa
   
 A aquellos ojos
de mirar profundo
optó ahora
por la "confluencia del asunto"

con zapaticos lustrositos
con ínfulas de líder,
de hombre indispensable,
repartía palmadas y saludos
a los transeuntes

aparentaba ser buen padre


Cuando se encontraba
con sus viejos compañeros
pagaba la mitad de la cuenta
y sacaba del bolsillo de la chaqueta
una cabeza despeinada
                       la del cómico, la reservaba
para los momentos agrios
Se escondía en un manejo
de ilustres hojarascas
pero ya no era un ser
ni del pasado ni del presente

tan pesado y mala gente
no hubo perro callejero
que no lo embistiera

Era ya la sombra
en figura de hombre
y auque caminaba
nosotros lo enterramos
en la parte oscura
y tenebrosa
del olvido

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