Plaza Bolívar (Achaguas). Foto Elisur Emilio Lares Bolívar. |
CARABOBO II
EL GUIÓN CINEMATOGRÁFICO DE BOLÍVAR
(Crónica)
Apenas
llego a la casa,
mi
abuela más hermosa que nunca
está
allí en el porche sentada
Tiene
todos los años del mundo
La
confundo con una rosa blanca
y me
madre me corrige
—más
linda que un tulipán…
Bravos
de Apure me acaba de dejar
en el
cafetín ese que está
al lado
de la casa de mi maestra
de 4
grado Josefina de Recine
—Aquí
está el interdiario La Idea
y el
semanario El Llanero…
me dice
el montó
sobre
la esquina de la cama
Salgo a
la puerta…
y
retorno a mi cuarto
—Mi
chinchoro siempre es amable
conmigo
Me
recuerdo de la noche anterior
por allí
por el frente del comedor popular
en San
Fernando donde me dieron
la media
noche conversando
con
Eduardo Hernández Guevara
Yo me
quedaba viendo el bulevar
y de
pronto una bala pasaba silbando
sobre mi
cabeza o de pronto
el
sonido del casco
de
mil quinientos caballos
de un
sólo color
de las sabanas araucanas
desfilaban
por el bulevar a esa hora
y de
pronto yo caí en la trampa del poeta
en la
vuelta del octosílabo
—¿Quién
parió a Negro Primero?
—Madre
que nadie menciona.
—Pero él
se formó con Boves…
¡No! ¡No
diga eso!...
—Hechura
de la sabana…
y de
pronto llegó ella,
la
señora inspiración…
—Tremendo
programa…
Y el
tomo 28 de las Memorias…
se me
insinuaba risueño amable…
Ya para
el 25 de junio
tenemos
una versión de los hechos
Bolívar el
siguiente día de la batalla
pespuntea
la relación del triunfo
en una
carta al vicepresidente de Colombia
Bolívar
escribe como quien
entrega
el desarrollo
de
una partida de ajedrez
La
primera línea me sorprende
la
esplendida victoria de Ayer
confirma
el nacimiento político
de
la república de Colombia.
¡No es
la guerra por la guerra!
¡Es
destruir y construir!
¡Es la violencia
como parto
de la historia!
¡La
guerra es el mejor súbdito de la política!
muy
pocos saben donde
comienza una y termina la otra
Y viendo
la narrativa de Bolívar
acudo a
la secuencia de imágenes
a la que
me predispuso el cine Achaguas
y en
este momento
veo en
los campos de Tinaquillo
pero no
en el Tinaquillo de hoy
en el
Tinaquillo del 23 junio
Reunidas
las divisiones del ejército Libertador
—ayer
por la mañana dice Bolívar
marchamos
sobre el cuartel general enemigo
situado en Carabobo
y sobre
Tinaquillo
sobre los campos de Tinaquillo
la
cámara de mi ojo se detiene
en el bravo batallón Británico,
y luego
en el Bravo de Apure y 1.500 caballos
á las
órdenes del señor general Páez
Y bajo
las órdenes del señor general Cedeño
la
segunda brigada de La Guardia
con los batallones
Tiradores,
Boyacá
y Várgas,
y
el Escuadrón Sagrado
que manda el imperativo coronel Aramendi,
Y bajo
órdenes del señor coronel Plaza,
la primera brigada La Guardia,
con los batallones
Rifles,
Granaderos,
Vencedor
de Boyacá,
Anzoátegui
y
el regimiento de caballería
del intrépido coronel Rondón,
—¿Quién
es el padre, el hijo y el espíritu santo?
En la
guerra como en la política
el jefe
es uno y debe estar simultáneamente
en todos
los lugares
En esta
película que es la palabra de Bolívar
veo por
los montes y desfiladeros
que nos separaban del campo enemigo
un
movimiento de hombres
que
honran a la palabra de Bolívar
—Nuestra marcha fue rápida y ordenada.
Mis ojos
hablan para mis oídos
—A las
11 de la mañana
desfilamos por nuestra izquierda
al frente del ejército enemigo
bajo sus fuegos;
y en
este instante en la página
aparece
un riachuelo
atravesado
por Bolívar
que es
la primera persona que emplea el narrador
y el
riachuelo,
—que
sólo daba frente para un hombre,
á
presencia de un ejército…
y
enseguida aparece
por
efecto de la alquimia verbal
una
imagen que no son palabras
pero que
dependen de la palabra
un ejército que bien colocado
en una altura inaccesible y plana,
nos dominaba
y nos cruzaba con todos sus fuegos.
Tengo de
referencia
un
riachuelo y arriba
un
ejército que escupía todos sus fuegos
sobre un
Bolívar que intentaba alcanzar
la altura inaccesible y plana.
De
pronto el plural de la 3ª persona
da paso
a —El bizarro general Páez,
á la
cabeza de los dos batallones
de su división
y del regimiento
de caballería
del valiente coronel Muñoz,
y la
imagen de la alquimia verbal
persuade
y conmueve hasta el punto
que el
lector bien puede atestiguar
que
—Páez marchó con tal intrepidez
sobre
la derecha del enemigo
que
en media hora
todo
él fue envuelto y cortado.
¡Nada!
Ni la mampostería ni la palabra.
—Nada
hará jamás bastante
honor al valor de estas tropas.
El
batallón Británico
mandado por el benemérito
coronel Ferrier,
pudo aún
distinguirse
entre tantos valientes
y tuvo una gran pérdida de oficiales.
Y
entonces uno aprecia
en la palabra de Bolívar
a un
Bolívar hablando con Páez
entre
los cadáveres
y las quejas de los heridos
envueltos
en el olor a pólvora
—yo en
nombre del congreso
y en
recompensa de tu conducta
en la última
y en la más gloriosa
victoria de Colombia,
te hago acreedor al último rango en la milicia,
—el
empleo de general en jefe de ejército.
Y ya uno
tiene la impresión
que Carabobo
es clavo
pasado… ¡un informe!
Y
aparece entonces en la secuencia de imágenes
Bolívar
hablando con el Vicepresidente
o más
bien aparece el Vicepresidente
con toda la mirada
enfocada
en la carta que acaba de recibir de Bolívar
¡Bolívar
sabe narrar y sabe irse de parte!
en una
misma carta
—De la
segunda división
no entró en acción
más que una parte
del
batallón Tiradores de La Guardia,
que
manda el benemérito comandante Heras.
Y
entonces de la línea de la carta
brota la
imagen del general Cedeño
desesperado peleando contra
los
obstáculos del terreno
hasta
que por fin los vence
y su
División que no ha podido
ve a su
jefe estrellarse él sólo
contra
una masa de infantería
y en
medio de ella,
al modo
que merecía terminar,
termina
—la
noble carrera
del bravo
de los bravos de Colombia.
Y vemos
a un Bolívar herido
contemplando
en la caída de Cedeño
la caída
de
dos de las columnas
de la república:
—ninguno
más valiente que él,
ninguno más obediente al gobierno.
Y entonces
se ve a Bolívar
recoger
el cuerpo de Cedeño
y ya con
las cenizas en las manos
las
recomienda al congreso
—que se le tributen
los honores
de un triunfo solemne.
¡Es el
Bolívar que está en todas partes!
Y de
nuevo de la letra emerge
el dolor
de la república
y el
dolor que sufre la república
desprende
la otra escena
en que
el intrepidísimo coronel Plaza,
lleno de un entusiasmo sin ejemplo,
se precipitó
sobre
un
batallón
enemigo
á
rendirlo
y vemos
a un Bolívar que le dice
a
Colombia que el coronel Plaza
es
acreedor á las lágrimas de Colombia
y —que
el congreso
le conceda
los
honores
de
un heroísmo eminente.
Y
aparece entonces
en el
camino
de
Carabobo a Valencia
la
imagen del ejército enemigo
disperso,
moviéndose
hasta donde lo permite
el cansancio,
bajo el
acecho
la persecución
no menos desesperada
del ardor de nuestros jefes y oficiales…
secundada
por una escena
en la
que aparece un Bolívar que escribe
alternada
con un Bolívar
que le dicta a su secretario
—el
ardor… en perseguirlo
fué tal
que
tuvimos una gran pérdida…
El
boletín dará el nombre de estos ilustres.
Y
aparece entonces un Bolívar
desde
las alturas de Buenavista
que contó
al ejército español
—pasaba
de seis mil hombres,
y muy
sobriamente le dice al Vicepresidente
—compuesto
de todo lo mejor
de las expediciones pacificadoras.
Este
ejército ha dejado de serlo.
Cuatrocientos
hombres
habrán
entrado
hoy
á Puerto Cabello.
La
narrativa encara
un
Bolívar frente al Vicepresidente
(y de
esto se han olvidado
varios
analistas de la batalla)
—El
ejército libertador
tenía igual fuerza
que el enemigo,
pero no
más
que
una quinta
parte
de él
ha decidido
la batalla.
Nuestras
pérdidas
no
es sino dolorosa:
apenas 200 muertos y heridos.
Es el
momento que aparece
la
imagen del coronel Rangel,
suplantada
por un fragmento de la carta
y en la
pantalla aparece la voz de Bolívar
que
emerge de la borrosa imagen
de un
castillo en blanco y negro
asediado
por el mar y que siempre
aparece
como víctima del salitre
—El
coronel Rangel,
que hizo como siempre prodigios,
ha marchado hoy
á establecer la línea
contra Puerto Cabello.
La
imagen siguiente del cierre de la carta
—Frente
a Cúcuta el Libertador
se
dirige a los honorables diputados
y lo
hace a nombre de los bravos
que tengo la honra de mandar
—Acepte
el congreso soberano
el
homenaje de un ejército rendido,
el más grande y el más hermoso
que ha hecho armas en Colombia
en un campo de batalla.´
El
Congreso no tarda en corresponder
al gesto
de Bolívar
de
la manera más alevosa
—Con el
asesinato parcial del niño en la cuna
o el
filtrado de las propuestas de Bolívar
formuladas
ante el Congreso de Angostura.
De allí
la ¡Funesta profecía!
que
deriva González Guinán
del
comentario de Bolívar
cuando
escuchó
que las campanas
del templo
en el Rosario de Cúcuta
se
echaron a vuelo
Al publicarse la Constitución
— “Están
doblando por Colombia.”
(El
ruido de mi madre en la cocina
me
indica que se me fue la noche
sin
darme cuenta)
No hay comentarios:
Publicar un comentario