La poesia y los días

POESIA ENSAYO HISTORIA BIBLIOGRAFÍA COMENTARIOS

La escritura hija de los días. La que inventa al día, le da sentido y sustento y la que los días crean a su imagen y semejanza. Toda imagen que conmueva, que desordene los sentidos y sea capaz de convocar al desasosiego, al diálogo interior que es justificación de todo autor. La palabra que sobrevive, y en consecuencia, se distingue de la otra endeble, que cae al piso como hojas desmayadas. Posiblemente tendrá cabida otra tentativa: La que no provine de la experiencia personal; sino de la que se hace colectiva, nos elige de morada pero que nosotros no vivimos y llega como un eco de otro tiempo.

Ese será el acento de esta escritura, de allí su virtud y tragedia. No defenderemos ni una ni otra.

Frente a lo cotidiano y su contrario, habita el asombro; en este caso, la palabra que está por escribirse. No fumamos de lo concluido...

APUNTES IDEAS EJERCICIOS Y CRÓNICA DEL MÁS LARGO VIAJE DE LA UTOPÍA

domingo, 1 de agosto de 2021

Isla de Los Achaguas, Olvido y Desolvido VIII

Plaza Páez
Foto (Desconocido)


PÁEZ CUENTA LA GUERRA DEL AÑO 19

BOLÍVAR EN ACHAGUAS

(Crónica)

                                                          Miguel Pérez

No sé exactamente

que me quieren decir

cuando me dicen llano

Hay muchos atajos

Me recuerdo de las travesías

de San Carlos a Guasdualito

y en Guasdualito

por cualquier parte

 cruzábamos el río

y ya éramos

huéspedes respetados

de la Academia de la historia

de la Ciudad de Arauca

Me encantó la travesía

de Arauca al Yopal

y a Eladio Tarife

lo sorprendí

cuando yo le dije

—vengo del Yopal

y no me a vas creer

que los palmares azules

esas palmas de las entradas

de Arismendi

que bajan del cielo

después que el Baúl

se vuelve horizonte

me las encontré

 tal cual en el Yopal

—Eladio el llano tiene esa gracia

y me puse hablar

de la otra travesía

de Bogotá a Villavicencio

y le hablé de la galería

del club a las afueras

del Yopal

cuyo dueño desconocía

 el nombre de Dámaso

y cuando me oyó

mentar uno por uno

a los grandes del llano

se sentó en mi mesa

y Eladio pasó tres días

cantando

en ese club sin pagar nada

 

—No sé exactamente

el llano tiene cara

a veces

de una vieja peinilla

 

Estoy en Maiquetía

en la mañana siguiente

el Archivo Nacional de Cuba

me invitó hablar sobre Bolívar

y por la noche

en La Habana Vieja

debo hablar de Páez

con algunos amigos

doctores en historia

 

cuando me pidieron el pasaporte

yo coloqué en las manos del oficial

los dos tomos de la Autobiografía de Páez

 

pero ya en el avión

acudí a un juego con Páez

entre nosotros apareció

las llanuras situadas entre el Arauca y el Apure

 

Apenas dije Nutrias

distante sólo tres jornadas de Barinas

Miré hacia la espalda de Nutrias

allí entre la orilla del río Arauca y Guasdualito

—distante sólo cinco leguas…

Volví a Nutrias

y pregunté por Santa Catalina

situado a la orilla izquierda del río Apure

y añadió

 yo  una vez

 A los dos días de marcha pernocté

en el pueblo de Santa Catalina…

(bajando de Nutrias)

a la salida de Guasdualito,

Ud. dispone de dos caminos…

—Uno da al interior de Venezuela

y el otro a San Camilo.

¿De San Antonio al río?

—del Apure una legua.

¿De Santa Lucía a Apurito?

—unas seis u ocho leguas.

De los médanos de Araguayuna a Achaguas

—una diez y seis

 o diez y ocho leguas.

De Camaguán a San Fernando

—siete leguas…

Guayabal ¿pueblo, hato o mata?

—pueblo distante tres leguas de San Fernando.

¿Y la boca del Coplé?

—a menos de una milla de San Fernando

 

—Y a revienta-cinchas

nos lanzamos sobre

Paso del Frío

Mata de totumo

el pueblo de Mantecal

Rincón Hondo

caño de Caicara

paso del Caujaral

y paso Marrereño

hato de Los Cocos

hato del Frío o el otro

hato de Mucuritas

—¿Y hato Cañafístola dónde queda?

El que Ud. alude

como a cuatro leguas de Payara

 

y se asomó a nuestra conversación

un médano, rodeado de agua un tanto profunda

y aquel estero como de una legua.

Allí le lancé una primera parada

Yo José Antonio Páez certifico que

—Los patriotas de Barinas

                ocuparon la ciudad de Nutrias

y la de Achaguas,

y los españoles establecieron

su cuartel general

en San Fernando de Apure.

En el mes de Octubre

del mismo año de 1813,

el general Yánez se movió

con una fuerte división

de caballería e infantería

sobre Achaguas,

atacó la isla

 e incendió

parte

de la

población.

Los patriotas hicieron

todo lo posible para sostenerse;

pero al fin tuvieron

que retirarse

 hacia Barinas,

y Yánez se apoderó de Nutrias.

Más rápido que un celaje pasamos al año 16.

A la escena

en que el presbítero

Torrellas creyó que estaba de más

que la cabeza del capitán Mugica

permaneciera en su puesto…

—Después de la sorpresa del Frío,

 regresé al Mantecal,

y allí, a instancia del capitán Antonio Rangel

y de otros oficiales

opté por mándalos

 a tomar la ciudad de Achaguas,

distante veinte leguas del Mantecal,

que se encontraba sin guarnición

y podía ser tomada por sorpresa.

Entonces

resolví destacar

 ciento cincuenta hombres,

al mando de Rangel,

con orden de ocultar,

en cuanto fuera posible,

el movimiento

que debía verificar

por el rincón del Zancudo,

pasando el río de Apure Seco

por el lado de la boca de río de Payara.

Así  podían

atacar la ciudad por la espalda

cuando nadie lo esperase.

Le digo que Inconcebibles

fueron las dificultades

que enfrentó Rangel

y la línea sale a lo seco

—todo el terreno por donde había de atravesar

estaba inundado por los derrames de aquellos ríos

y los gamelotales que crecen a la vera del agua;

pero al fin llegó a los alrededores de Achaguas

sin que nadie notara movimiento,

y allí mismo supo que había

 en la ciudad cien granaderos

 en un cuartel situado en la plaza.

Estas fuerzas habían bajado del Frío,

embarcadas,

con el objeto de reunir los dispersos

y aumentar las filas con nuevos reclutas. 

Desgraciadamente no le informaron

también

de que había otro cuartel a la orilla del río,

como a dos cuadras de la plaza,

con doscientos lanceros a pie.

Al amanecer, atacó Rangel

el cuartel de infantería

y logró introducirse en él,

llevándose de encuentro a lanza y sable,

a cuantos le resistían;

pero en aquel momento

los doscientos lanceros

cargaron sobre él

y le obligaron

a apelar a los caballos

y retirarse fuera de la población,

abandonando los prisioneros

y armas que había tomado.

 

—Rangel propuso retirarse

por la misma vía que habían llevado;

pero el fogoso capitán Antolín Mugica

dijo que él no lo haría,

 y que antes prefería morir,

continuando la pelea,

que ser portador

de la infausta noticia…

 

invitó pues a todos continuar el ataque…

 

—Por su mal algunos le siguieron,

y en las cargas y rechazos que acudieron,

cayó su caballo en un jagüey…

allí fue hecho prisionero

y fusilado

 por el presbítero

coronel Andrés Torrellas…

—Yo certifico que

su cabeza separada del tronco,

fue frita en aceite

y remitida a la ciudad de Calabozo,

donde se la colocó en escarpia

y permaneció en execrable exhibición

hasta que la encontramos el año 18.

Por orden del general Bolívar se la bajó

 y se le dio sepultura con la pompa de ordenanza.

—Hay otra acción de 1816 de la que nadie habla…

El día siguiente de la batalla del hato del Yagual,

favorecido por la noche el enemigo

 se retiró a Achaguas…

Ud. escribe que mandaron

sus heridos y la artillería en las lanchas

que éstas bajaron por el Arauca

hasta su confluencia con el Apure Seco,

y luego remontaron este río

hasta la ciudad por cuya orilla pasa.

—Nosotros seguimos en su persecución,

 y al día siguiente llegamos

a la ribera derecha del Apure Seco,

 frente a Achaguas, donde por una mujer,

que atravesó el río

en una pequeña canoa,

supimos que los realistas

se habían retirado

también

de aquel punto. 

—Entonces pasamos

Urdaneta, Santander,

Servier, Vergara,

 Montilla, yo

 y algunos otros,

de dos en dos en la canoa,

 y entramos en una casa

 de la plaza de aquella ciudad

con el objeto de buscar algún papel

o aviso que nos informarse

de lo que pasaba por el mundo.

—Y al oí una descarga,

 la abandonamos precipitadamente;

en esto llegó de la orilla de la ciudad,

opuesta al río,

 un dragón que nos dijo

venía herido

por una descarga del enemigo

que estaba emboscado en aquel punto.

Apresuramos entonces

a repasar el río

después de haber

yo dado las órdenes 

al capitán Genaro Vásquez,

que lo había ya cruzado

con una compañía

de carabineros

… que se defendiera en un manglar

de sus orillas.

Las cuatro cañoneras del enemigo

 aparecieron navegando

 a la sazón río arriba,

con el claro designio

de cortarnos la retirada

y su infantería

que estaba en la emboscada

corrió a paso de trote

hasta la orilla del río,

donde ocupó una trinchera

… hecha de antemano.

Desde allí nos hacían fuego

a los que estábamos

de la otra parte del río,

y la compañía de Vásquez

que estaba a la derecha.

Las lanchas nos hacían

 también disparos de cañón,

 y se acercaban con objeto

 de cortar a Vásquez;

pero nosotros

con los carabineros

las rechazamos

 río abajo

cinco o seis veces.

Mientras tanto Vásquez

hacía pasar sus soldados

 a nado

por pequeñas porciones,

valiéndose de la canoa

 las armas y la ropa,

y al fin nos reunimos

con pérdida de sólo

 doce hombres

entre heridos y dispersos.

Vino la noche

a poner término

al combate,

 y durante ella

 el enemigo

salió de Achaguas

hacia la plaza de San Fernando. 

—De esta acción se habla poco.

Hay otro hecho del que no se habla…

Yo José Antonio Páez

primera lanza del mundo

certifico que

—Cuando yo bajé a Achaguas

 después de la acción del Yagual,

se me presentó El Negro Primero

que mis soldados de Apure

me aconsejaron incorporar al ejército,

puesto

que era hombre de gran valor

y sobre todo muy buena lanza

Llamábase Pedro Camejo

y había sido esclavo

 del propietario

 vecino de apure,

Don Vicente Alfonso.

 

—Por tres veces,

Morillo,

se dirigió

 a Apure

cuando creyó

pacificada

la Nueva Granada

y vino a someter

a Venezuela.

Achaguas fue

una especie

de epicentro

de esa guerra.

A finales del 16

el general Morillo

ocupa a Guasdualito.

Páez está en Achaguas.

En enero y después

de mandar el hospital

y los emigrados al hato del Yagual

—salí con quinientos hombres

en demanda de Nonato Pérez,

que ya estaba en el Mantecal

y debía reunirse conmigo

en Mucuritas

 o en el hato del Frío.

Después de cuatro días

de marcha

llegué a este punto…

Y mientras él sube;

¡el enemigo baja!

La división del general

 Calzada

de Nutria pasa

al cantón del Mantecal,

mientras

el general Latorre

continua la marcha

en busca nuestra

con tres mil infantes

y mil setecientos jinetes

 mandados por el coronel

Remigio Ramos,

jefe de caballería

 que se había

distinguido mucho

 desde los tiempo

 de Boves y Yánez.

—El 27 de enero

pernoctó Latorre

en el hato del Frío,

como una legua

distante del lugar

que yo había elegido

para el combate…

las sabanas incendiadas

de Mucuritas

me dieron el triunfo

Y cuando en San Vicente,

supo Morillo del desastre

vino la misma noche

al Paso del Frío

a incorporarse

al ejército…

pero tomaron

 el camino de Banco Largo

y  llegaron a Achaguas

sin despegarse

de la orilla del monte

yo al frente de ellos

a sabana limpia…

ellos siguieron para San Fernando

yo continué por la sabana

hasta San Juan de Payara

—Error funesto de Morillo

en San Fernando dividió su ejército

mandó a Latorre con una parte a Guayana

a operar contra Piar

y él se dirigió con la otra a la Isla de Margarita

pero también mandó fuerzas a Nutrias

y dejó otra encargada de la defensa

de las fortificaciones que hizo

en la plaza de San Fernando.

—En el mes de junio de 1817

remontaban el río Apure,

de Guayana hacia Barinas,

ocho lanchas convoyadas

por una cañonera enemiga,

protegida por cien granaderos…

Yo embarqué gente en cinco bongos

que tenía en el Yagual,

armados con pequeños cañones.

El viento jugó en contra nuestra

ellos pasaron primero por Apurito,

que era el punto de la emboscada

y aunque mis bongos

encontraron a las lanchas y a las cañoneras

anclada un poco más arriba del Paso del Frio

al contestar la embestida enemiga

uno de nuestros cañones cayó al agua

y otra de las embarcaciones

zozobró al primer disparo

—el bravo Aramendi

se salvó

 de milagro

¡pues! al ganar al nado el barranco

 fingió el auxilio de la caballería

y el enemigo cayó en el lazo…

y sólo se llevaron

uno de nuestros bongos

Estas circunstancias

me hicieron regresar al Yagual

—resuelto a caer sobre

 los almacenes de Barinas

y apoderarme de la ropa,

 municiones y fusiles

que no pude tomar en mi primera tentativa

—Según lo recelaba, el general Calzada

salió de San Fernando

con quinientos hombres

en dirección al Yagual,

pero al llegar a Achaguas,

 ya me encontraba yo

en aquel punto.

Remontó entonces hasta…

—el pueblo de Apurito

y sorprendiendo

la pequeña guarnición

que yo tenía al mando

 del comandante Rebolledo,

que murió allí,

volvió Calzada a la plaza

 de San Fernando

por el río Apure.

 

(—¡Adoro la placita Páez!

las tardes de ajedrez

y la discusión sobre libros

Insisto vanamente

de reconstruir

la casa o las casas

que allí habitaban

y creo que una de ellas

era propiedad

de los Herreras

y después compraron

la casa frente a la plaza

pero no estoy seguro.

¿Qué digo? ¿Qué me pasa?)

 

—Sobre el asalto de Barinas

deseo comentar dos o tres líneas

—nadie podía imaginar

que saliera del bajo apure

tropas de caballería

que además de tanto terreno inundado

debía afrontar la arremetida de varios caños

 y cinco ríos

 todos

a la sazón

fuera de madre.

—Llevé, pues, mil lanceros

montados en caballos rucios

con otros mil caballos de reserva,

todos del mimo color,

porque los llaneros creen,

 y yo con ellos,

 que el caballo rucio

 es más nadador

que cualquiera de otro pelo.

Hablo para mí sólo:

—Esta es la concepción

del llano como escuela…

 

—pero no sólo fueron

 las provisiones,

 las expropiadas

además nos apoderamos

de dos mil mulas aperadas.

Y de una buena cantidad

de cueros secos

que nos salió a recibir

en el pueblo de Canaguá

con los que hicimos los botes

que permitieron

 el paso de nuestro cargamento

de una a la otra orilla del Apure

 

por lo demás

—El año 17 termina

con el acontecimiento notable

del arribo

de los comandantes

 que el Libertador me envió

—Ud. dice que la fiebre

lo obligaron trasladarse a Achaguas.

y el enemigo enterado

“que yo estaba enfermo en Achaguas”

—Morillo destinó trescientos hombres

 de caballería

al mando del comandante A. Ramos

encargados de sorprenderme

pero un soldado desertor

me avisó del riesgo

Inmediatamente

saqué a los enfermos y emigrados

mandando a unos por tierra

y a otros embarcados

a las costas de Arauca

quedando yo

con cincuenta hombres

del otro lado del río

dispuesto a atacar al enemigo

cuando entrara a la ciudad…

—Más bien cuando entrara a la Villa.

Encontrándose como a una legua

en busca  de mejores pastos

para los caballos

en eso me dieron el parte…

—el enemigo ocupó la población…

Yo cargué sobre ellos

y al percatarse que no había nadie

se retiraron de la población…

los perseguí como una legua

antes de contramarchar

al Chorrerón

supe aquí que ya todo

 el ejército enemigo

 había pasado el río

y estaba atrincherando

la iglesia del pueblo,

mientras que la caballería

se mantenía apostada

a una legua de distancia.

Mandé entonces al coronel Aramendi,

con un escuadrón de lanceros,

a sorprender dicha caballería,

 lo que logró cumplidamente…

—y dice Ud. que se dirigió a San Fernando

al mando del batallón Páez

y alguna caballería

y además llevaba yo

trescientos indios de Cunabiche

al mando de Linache, general,

antes de iniciar el ataque

 

y para evitar

la dispersión de los indios

al oír silbar las balas

le repartí sendas raciones

de aguardiente

y sucedió entonces que rompiéndose

la lengua con las puntas de sus flechas

se untaron la sangre en los rostros

y se lanzaron con el mayor denuedo

contra las trincheras enemigas

tal como lo hizo

el capitán Dos-Reales,

al frente de los suyos

muerto a machetazos.

pero nadie ha pedido un monumento´

para el capitán de mis indios

Páez considera

que este falso ataque

más que la sorpresa de Aramendi

sobre la caballería realista en Achaguas

hicieron abandonar la campaña de Apure

y llevaron al enemigo

situarse en Calabozo

pero sea lo que sea

quedó así despejado

el encuentro con Bolívar

 

—¡No lo digo! Solo lo pienso

primero que los conductores

de la línea Guárico

 que cubrían la ruta

de Achaguas a Caracas

a fuerza de vallenato

salsa o merengue

o el imbatible Pastor López

 

Bolívar al lado de Páez

vence el tedio la monotonía

—entonando canciones patrióticas

 

—estuvo dos o tres días

en San Juan de Payara

dice Páez.

pero debo tomar nota

que la Autobiografía

calza fecha de cierre

en su Introducción

tan tarde como aquella Nueva York

vapuleada por el sueño

 del progreso

abril 19 de 1867.

Y yo conozco muy bien

a la ciudad de Nueva York

por ese librito de versos

subestimados

de poeta en Nueva York

 

el libro se empeña

en empujarme hacia

otro prado donde mis urgencias

desea desembocar

Inserta Páez una larga cita

de un escritor inglés

que Páez no conoce

 pero que aquel dice

que estuvo

 bajo las órdenes de Páez

en aquella guerra

y este hombre narra tulipanes

—Cuando hay algo

que les interesa

muy particularmente

y sobre todo cuando están enamorados,

los llaneros se expresan

en coplas improvisadas.

Saben puntear una guitarra

de construcción algo tosca,

con la cual acompañan

sus improvisaciones

las serenatas a sus queridas.

Elijo lo que me es útil

lo que no vi

en las otras tentativas

del Herodoto criollo

sobre la campaña

 del 18

 

Cerca de Calabozo

Morillo estuvo a punto de morir

—los cargamos nosotros

con tal tesón

y tan de cerca,

que ya el bizarro Aramendi

iba a atravesarle

con su lanza

cuando un capitán

 de estado mayor,

de nombre Carlos,

se interpuso entre los dos

 y murió del golpe recibido

por salvarle la vida al jefe.

Dice Ud. que al reunirse con Bolívar

en el Rastro

 ¿No es cierto?

—el general Latorre

que mandaba todo el ejército,

por hallarse herido Morillo…

 En la batalla de Sémen

lo hirió con lanza

el entonces capitán

Juan Pablo Farfán.

Y dice Ud. que después

del  combate temerario de seis horas

en el que se empeñó Bolívar

y resultó infructuoso

despojar la Torre

de las alturas de Ortiz

Bolívar regresó a Calabozo

por el refuerzo de la columna

que venía de Guayana

López sabedor

del movimiento de Bolívar

pasó a ocupar

a San José de Tiznado

dispuesto a esperarlo

a que regresara de Calabozo.

Efectivamente,  Bolívar

se ubicó a una legua de López.

Lo demás es ampliamente conocido.

—Los dispersos

 del Rincón

 de los Toros

encontraron al Libertador

 y le dieron el caballo de López,

que el comandante Rondón

prendió después de muerto el amo

Yo lo supe de propio Bolívar…

A mí se me acusa…

Yo marché sobre San Carlos…

donde estaba Latorre

al mando de tres mil hombres…

Y al llegar a esta ciudad nos topamos

con una partida de húsares

que arrolladas con nuestras lanzas

penetramos hasta la misma plaza

y acuarteladas las tropas

en las casas de alto

bajo el plomo cerrado nos retirarnos.

fuera de la ciudad

Latorre ocupó los cerritos de San Juan

Yo permanecí cinco días

en la llanura

frente a él

hasta que me pareció prudente

retirarme al pueblo de Cojedes.

Una vez que de Cabudare

llegó Rangel

con sólo doscientos hombres

resolví volver a San Carlos

pero el enemigo me sorprendió

en Camoruco y yo contramarché

a la sabana de Cojedes

y formé mis tropas

al final de la sabana

y de espalda al pueblo

mis trescientos infantes

en dos filas

Cornelio Muñoz a la derecha

a la izquierda Iribarren

El resto de la caballería,

al mando de Rangel,

formaba la segunda línea.

Por tres veces

 el general Anzoátegui

me suplicó que no avanzara

yo con la caballería

En el momento

del fuego y la carga,

bamboleó aquel cuerpo

 compacto de hombres

como árbol que va inclinándose

 a caer bajo el hacha…

y en un momento dado

me acordé

de lo prometido a Anzoátegui

contuve mi caballo

y por sobre el enemigo

vi que los míos

huían

dispersos,

sin saberse por qué.

Yo seguí hacia Apure

y cuando

a ciudad de Nutrias

la teníamos a un lado

Rangel pidió autorización

para ocuparla y así la acordé

entregándole doscientos hombres

Rangel la ocupó pero la llegada

del indio Reyes y después

 de un reñido encuentro

tuvo que abandonarla

—Yo llegué a Achaguas,

y acompañado de mi Guardia

me fui a San Fernando

a reunirme con Bolívar

 

El 24 de mayo embarcó

el  jefe supremo

rumbo

 a Guayana

Por el mes de agosto

las tropas que guarnecían

                a San Fernando,

por medio de una acta,

que firmaron todos

los cuerpos del ejército,

 excepto la guarnición

de Achaguas

 y mi Guardia de honor…

—Ud. dice

me nombraron general en jefe

y en ese momento ocupaba yo

mi cuartel de Achaguas,

bien ajeno

 de lo que estaba

pasando

Por estos mismos días

Ud. manda a detener

a Santander en marcha

hacia la Nueva Granada

y a su favor promueve

la carta del neogranadino

dirigida al coronel

 Pedro Fortoul

—“Es preciso

que nos

 reunamos

en Casanare

todos los granadinos

para libertar nuestra patria,

y para abatir el orgullo

 de esos

 malandrines

follones

 venezolanos”.

Y como Bolívar le contestó

a Ud.

que conocía la carta

y le sugirió obrar

como yo creyese más prudente

—Entonces resolví dejas pasar a Santander.

Aunque avanzo hacia el año 19

no dejo de pensar en el pasaje

—ordené al entonces

capitán Laurencio Silva

ir a la boca del Meta

al frente de una partida

de caballería

 a detener a Santander…

y si es el mismo Laurencio Silva

de quien Sucre dijo sentir envidias

de las heridas que como trofeo

le dejó la guerra en su cuerpo

seduce la suerte de este general

—Me recuerdo de la hermosa mañana

en que Agüero y yo llegamos al Tinaco

en la casa de Porfirio Arias

 y Porfirio

muy feliz

nos metió a la Biblioteca

de José Carrillo Moreno

y enseguida Carillo

tomó asiento en su escritorio

y peló por una 18 años

Argenis pasó agachado

y Carillo y yo despachamos

la botellita y Porfirio trajo otra

—¡Así si provoca hablar de los libertadores!

—No hay un episodio importante

de la Guerra de Independencia

donde Silva no estuviera presente.

Y Argenis completó el párrafo

—Estuvo bajo el mando

de Miranda,

Bolívar,

Páez

 y Sucre.

—Héroe de Taguanes,

                               de El Yagual,

de Mucuritas,

de Las Queseras del Medio,

Bomboná,

Pichincha,

Junín

y Ayacucho, entre otras.

Y Porfirio puso el dedo

en la línea en la que se lee

—Acumuló en su cuerpo 18 heridas

todas recibidas en campos de batallas.

¡seduce la suerte de este general!

 

pero ahora

en este ahora

 en que el caballo indómito

del pueblo soberano

pujaba por sacarse la silla de Páez

—A nombre de la patria

y en otra circunstancia

 de arrebato

le tocó junto a Ezequiel Zamora

detener a Páez en agosto de 1849

en Macapo Abajo

o Campo Monagas

como también se le conoce.

Y lo llevaron a Valencia

y de Valencia

amarrado hasta Caracas

y a lo largo del camino

el pueblo lo saludaba

con palabras pocos gratas

Y mi tío dice

                —él se queja

pero como lo iban a llevar

recibió la misma dosis del remedio

que él dio de beber a los Hnos. Farfán

El General mira hacia el suelo

yo miro hacia el año 19

pero no quiero que me hable

como el militar y político

desdichado a sus 77 años

quiero que me hable

como el oficial de 19 años

aspirante al mando supremo

—Yo fui quien te hizo hombre

—te recordaba el viejo Manuelote

capataz del hato de la Calzada,

perteneciente a don Manuel Pulido,

y por tu cara de ambicioso

los llaneros no dudaron

en mirarte como un espía del patrón…

—él también sabía cobrar el recibo

—Los llaneros me deben

tener a su cabeza un jefe

de la fortaleza de Páez

y la Patria, una de sus mejores lanzas

la descarto y paso a la otra confesión

—nací en una modesta casita,

 a orillas del riachuelo Curpa,

cerca de Acarigua, cantón de Araure,

 provincia de Barinas…

—Ud. se negó a ser voz de los humildes.

—Ud. pudo hacer mucho por Achaguas

y tampoco lo hizo… Ud. dejó sólo

a su compadre Cornelio Muñoz

en la petición de escuelas y hospitales

para Achaguas, la capital de Apure…

todavía en 1827 los achagüeños

vivía en Ud. al pastor de pueblo

capaz único de sacarlos de su pobreza

En la carta de marzo 31

Ud. desde la capital de la Isla

le escribe a Bolívar desde el doble juego

Los deseos que U. me manifiesta

conservar en tranquilidad los Llanos,

sabré llenarlos trabajando

cuanto esté de mi parte para corregirlo

Y luego agrega Ud. mi general

—estos habitantes me consultan

como protector de la Religión,

pidiéndome curas

y composición de Iglesias;

como abogado,

para que decida sus pleitos;

como militar,

para reclamar sus haberes,

sueldos, despachos y grados;

como Jefe, para que les administre justicia;

como amigo para que les socorra

 en sus necesidades,

y hasta los esclavos

á quienes se dio libertad

en tiempos pasados,

 y que algunos amos

imprudentemente reclaman,

se quejan a mí y sólo aguardan

 mi decisión para continuar

en su servidumbre ó llamarse libres…”

¡esa fue la riqueza que Ud. se dio

el lujo de mal administrar!

y veo aquel león mirando al suelo

y a mi auxilio se presenta mi tío

—¿Quiere que despierte

 de esa modorra

y te siga hablando

como hablan los vencedores?

y me señaló el pasaje ese

que mi tío alude

de esa mano abierta que se confunde

con el firmamento y que Ud.

—mi general—

 compara

como la vasta superficie del océano,

un inmenso círculo cuyo centro

parece estar en todas partes

 y donde, de distancia en distancia,

 se ven pueblitos con pocos habitantes

 o rústicos ranchos

con techos de hojas secas de palmera

Y el general enciende de nuevo

la mecha de la conversa

y yo recibo todo lo que me dicta

pero antes me repregunta

—¿Cómo fue que me dijo?

¿Ud. es de los Pérez del Alto Apure?

—Si mi general nosotros

venimos del linaje epónimo

del que se apropió Elorza

y le conté que esa noche

en la Blanquera cuando

Argenis Agüero me presentó

a José León Tapia…

y advertido que yo era

de los Pérez de Apure

—Tapia sin titubear

con esa voz enorme

de conversador impar

en el acto me dijo

—Tengo el gusto de estrechar

la mano de un descendiente

de Lino Pérez y me dio de beber

en las fuentes de un magnífico

escritor barinés que ofrece

una pequeña galería

noticiosa de los hombres

que echaron los dientes

en la guerra de los cinco años

 

Y Páez rememoró

la brega de sus inicios

en el momento en que yo

leía una vez más

la línea y media

en la que Páez

citando a un

periódico

de Caracas

dice

—De allí siguió Páez

a pie hacia Mérida,

acompañado

de Luciano Blasco,

José María Olivera

y Andrés Elorza

que después fue coronel.

 

Y Páez se soltó a hablar

—A principios de Enero …

—Enero de 1819…

—volvió el Libertador

a San Juan de Payara;

pero inmediatamente

 regresó a Angostura

—¿Cómo? ¿Y eso?

—La apertura del Congreso

que debía reunirse allí…

—Y entonces ¿a qué vino?

Páez empeñado en reconstruir

aconteceres de 48 años atrás

no se da por enterado

—Me dejó al mando del ejército

y me dio facultades para obrar a discreción.

—¡Ajá! Vino entonces

a supervisar el ejército

(claro no interrumpo a Páez…)

—hacía más de dos meses

en el lugar del Chorrerón,

a dos jornadas de tropa

de San Fernando.

Morillo preparaba la invasión.

Ajusté entonces mi plan

—dejar al enemigo

 pasar

los ríos Apure y Arauca

sin oposición…

—atraerlo a los desiertos de Caribén

así lo determinó mi astucia

—convoqué a todos los vecinos

de la ciudad

de San Fernando

 a una reunión:

me propusieron

 reducir la ciudad

a cenizas…

—Atravesó el ejército realista

el río apure sin oposición,

 y nosotros nos retiramos

al otro lado del Arauca.

Cuando ya tenía Morillo

su ejército

preparado…

—el día siguiente

de ocupar

la ribera

derecha

del río

todo listo

no más

que iniciar

la marcha

en nuestra

 busca,

—hice traer cuatro caballos salvajes

a la orilla de su campamento,

y como a tiro de fusil.

Y Siendo las diez de la noche

 mandé que le ataran

                               cueros secos al rabo

y que los soltaran

en dirección al campamento

haciendo al mismo tiempo

 algunos tiros.

Complacido el general remata

…más estragos que los dos mil bueyes

 que Aníbal lanzó al campamento romano.

—dos o tres días perdieron en organizarse…

—Me sorprende la salida de mi tío

que viene guardando un silencio

prudente y en ningún momento

avivó mi lectura

—¿Cómo?

 ¿estando al otro lado del Arauca

hice traer cuatro caballos salvajes

al campamento de Morillo

en San Fernando?

Esto está como el cuento

de Sánchez Olivo

que las pisadas de los bongos

se escuchaban a 5 o 10 Km.

aguas abajo…

Y por otra parte

en la discusión

con tus amigos

he oído

que ningún autor

de los que conocieron

a Páez en esa época

Páez acusaba

ese nivel de lectura

Eso debió

haberlo leído

de la pluma de

Juan Vicente González

o de Guzmán, padre

(No puedo decirte que si

o que no.

Y se me viene encima

la línea de Martí

—Páez, que no sabe de Aníbal

ni de sus dos mil bueyes,

ata cueros secos

a la cola de cuatro caballos,

y a la vez que echa al aire un tiroteo,

lanza a los brutos desesperados

sobre el campo español,

que presa del pánico levanta tiendas…

—Así son las cosa entre tú y yo)

 

Sigo. Oigo a Páez.

—salió entonces Morillo

en busca nuestra

y me encontró

en el paso del Caujaral,

                               río Arauca,

donde habíamos resulto

 resistirle

atrincherados con alguna piezas de artillería,

Intercambiamos tiros sin interrupción

por dos días.

Y persuadido el jefe español

que no podía forzar la posición,

se dirigió al paso Marrereño

 a donde llegó al amanecer

del 4 de febrero.

—Allí tenía yo situado

al comandante

Fernando Figueredo

respaldado por un escuadrón

 de carabineros

a distancia de tres

o cuatro

leguas

de mi cuartel general…

—O’Leary dice

que Figueredo

actuó con descuido…

—resistió —dice Ud.

 con admirable denuedo,

pero sin poder impedir

que los realistas pasaran

 el río

por otro punto

a media milla

más abajo

del paso Marrereño

en seis canoas

… traídas

desde San Fernando…

y añadió Páez

—Desde que tuvimos al enemigo

con el río a retaguardia,

principié a ejecutar mi plan.

Coloqué mi infantería

en la isla de la Urbana,

situada en el Orinoco,

y el resto de la caballería,

la remonta y la emigración

de los pueblos comarcanos

en lugares seguros…

y luego salí

con ochocientos

 hombres

a buscar el enemigo

y me lo encontré

en el hato

 de Cañafístola

—encontré aquí

 al general Morales

 que con tres mil hombres

venía hacia ese punto...

lo ataqué…

Este ataque

 les costó

muy caro,

porque Morales

perdió

 allí

un escuadrón

… destinado a coger ganado.

 

—Pernoctó aquella noche

Morillo

en el Congrial de Cunabiche

y me recalca Páez

—muy cerca

de la entrada

al desierto de Caribén,

y anduvo acertado

en no pasar adelante…

por la razón

que sea

o la de

—harto perito y avisado,

no quiso internarse más

y en la noche siguiente

contramarchó,

repasó el Arauca

y se fue

a la ciudad

de Achaguas

donde estableció

su cuartel general.

—Yo le seguía En la retirada

con mis

ochocientos hombres…

y Una de las guerrillas

de apenas

treinta hombres

de la Guardia,

al mando

del infatigable

 Aramendi,

atacó vigorosamente

a la caballería enemiga

cuando cruzaba el río Arauca

allí por el paso del Caujaral…

Y El Comandante Juan Gómez,

encargado de cortar

la comunicación

entre los pueblos

San Fernando

y Guasimal,

logró destruir,

en las inmediaciones

de éste último,

el escuadrón mandado

por el comandante

realista

Palomo,

que recogía víveres…

y pretendía

abastecer la plaza de San Fernando.

En esto se presentó Bolívar

y —En tal estado se hallaba

la campaña cuando llegó

a mi cuartel general

en el Caujaral de Cunabiche,

a fines de marzo,

con la resolución

de buscar y atacar

a los realistas.

—y después de cruzar el río

 en San Juan de Payara,

resolvió ponerse

en marcha

con objeto de atacar

 a Morillo

en Achaguas

(Yo que acostumbro

hablar sólo desde pequeño

tomé nota

—Todavía Bolívar

no ha pisado aun

las calles de Achaguas)

mientras Páez

 imperturbable

continua aferrado

sobre el mango del relato

—A cinco leguas de esta ciudad

—De Achaguas —le observo

 a modo de regresar a la conversa

—de Achaguas —dice Páez

nos encontramos

con el segundo batallón

de Valencey,

a las órdenes de Pereira,

y doscientos hombres

 de caballería,

 al mando de Narciso López,

a la altura del trapiche,

llamado de la Gamarra,

rodeado de bosques por todas partes.

Bolívar lo mandó atacar

con cuatro batallones

que fueron dispersados

en menos

de un cuarto de hora…

en total, el enemigo

se puso en retirada sobre Achaguas.

y Bolívar se ocupó en reunir los dispersos,

y luego contramarchó

sobre la ribera del Arauca.

Se llamó a conferencia de jefe

y siguiendo Bolívar

 la opinión de la junta,

 dispuso que pasáramos el río Arauca

rehusando así el compromiso

de un encuentro con el enemigo.

pero El día después llegó Morillo

 a la ribera izquierda de este río

y se acampó en la Mata del Herradero,

una milla más abajo del punto

en que nos hallábamos.

pero Aquel mismo día,

a las tres de la tarde,

se pasó a nosotros

un oficial de caballería,

llamado Vicente Camero,

y antes de presentarse

al jefe supremo

me informó del plan organizado

por Morillo para hacerme prisionero

 

Y como me interesó

mucho este dato

abrí bien los ojos

de modo de garantizar

que mis oídos

copiaran bien

palabras por palabras…

y efectivamente Páez

escribe que el anzuelo

—Consistía en que si yo volvía

a provocar al ejército

del modo que lo había hecho

el día anterior,

atacándolo y fingiendo retirada

para volver inmediatamente a la carga,

Morillo se movería contra mí

con todo el ejército hasta obligarme

a huir sin poder volver cara,

y ya en fuga me perseguirían

doscientos hombres escogidos

de la caballería,

montados en caballos

de buena carrera y resistencia,

con la orden de acosarme

y hacerme prisionero.

Y así pues,

—Después de oír

 la relación del oficial

corrí a ver a Bolívar…

y Accedió Bolívar a mis deseos,

e inmediatamente

con ciento cincuenta hombres

—en realidad con 149

o en su defecto 150 con Páez incluido—

crucé el río,

y al galope nos dirigimos

al campamento de Morillo. 

y conseguí

atraer al enemigo

al punto acordado…

pero ya aquí

no conté con toda la fuerza

 que yo suponía emboscada,

según había convenido con Bolívar

 antes de separarnos.

pero nada

el comandante Rondón,

uno de aquellos jefes

 en quienes el valor

era costumbre,

cumplió con tanto rigor

la orden de carga sobre

el valeroso comandante

realista

Don Narciso López

—golpeó y se retiró…

sin que lograran cercarlo

y por el contrario

las dos secciones

de la caballerías realistas

fueron entonces

una sola masa

—la masa que yo esperaba

y sobre la que yo

… mandé a mi gente

volver riendas

y acometer

con el brío y coraje

 con que sabían hacerlo

en los momentos

más desesperados…

Y al oír Rondón

mi gesto de aplauso

de su bravura

 él muy condenao

aprovechó para desquitarse

una represión de pocos días antes

—general, así se baten los hijos del Alto Llano.

 

la noche puso fin al combate…

y demás lo dice la proclama de Bolívar

Finalmente, mucho antes de amanecer

se puso Morillo en retirada para Achaguas.

—Bolívar, con los demás jefes del ejército

desde la otra parte del río,

había presenciado la refriega,

y después me confesó

que aquella noche

 no había podido dormir,

preocupado con la idea

que yo pudiera haber muerto en la contienda.

Manuel Landaeta Rosales

y Argenis Méndez Echenique

salen

en mi auxilio

—en 1881 una gran corriente

arranca una parte de la barranca

del río Arauca

en las cercanías de las Mangas Marrereñas

y arrastra “El Higuerote de Arauca”

desde cuyas ramas contempló

Bolívar el combate de las Queseras del Medio…

 

y se te cuento mi general Páez

que en Achaguas

la otra creciente del progreso

desapareció tu casa…

completamente

y la de tu compadre

 Muñoz

 

algunas sombras

en mi destartalada memoria

despuntan algún perfil

de esas viejas casas del siglo XIX

la busco y más bien creo

que estas son cosas del sueño

pero de esto tampoco

tengo seguridad alguna

 

pero antes de mi nacimiento

en 1961, mayo 9

El Gobernador del Estado Apure,

Señor Leonidas Monasterios,

mortifica la atención

del entonces Director General

del Ministerio de Relaciones Interiores,

Señor Carlos Andrés Pérez…

—Se cumplían centena y media

 o siglo y medio del 5 de julio…

y el gobernador en plan de homenaje

solicita la elevación

de la Casa-Cuartel

y el tamarindo

donde descansaba

el General José A. Páez en Achaguas

a Casa Histórica Nacional de Páez

y Árbol Histórico Nacional

y a mi memoria trepa

el largo el perfil de la casa

de doña Evelia de Hernández

la dos puertas y las tres ventanas

y las tres claraboyas rectangulares

y ese perfil de las dos caídas de agua

de la casa de doña Evelia

y uno sigue sin dar con el informante

que le devuelva la certidumbre

 

y me parece leer

en los labios

del general

algo así

en tono afirmativo

 

—La gloría está

en no ser

derrotado

¡nunca!

y mi cara de incredulidad

afectó la entereza del general

(parecía que mi pensamiento

rondaba su ser)

Y el general soltó

una risa y yo

más bien oí

la risa de un trueno

pero eso no fue lo que escribí

escribí que los leones también se ríen

y lo borré y escribí que el general

a sus casi ochenta años

y en medio de la amargura del exilio

todavía era capaz de reír de vez en cuando

—Ya puesto Morillo

 en marcha hacia Achaguas,

Bolívar sin pérdidas de tiempo

repasó el Arauca,

 y mientras ejecutaba la operación

mandó que el coronel Muñoz…

—Muñoz ¿su compadre?

—Muñoz, mi compadre —dice Páez

…siguiese la pista al enemigo con la Guardia.

¿Y qué pasó?

El día siguiente del cruce del río

y cuando marchábamos

por su ribera izquierda,

camino de Occidente,

divisamos a alguna distancia de nosotros,

e inmediato al hato de Trujillo,

 un grupo

que por la neblina

 de aquella mañana

no podíamos decir

si era de gente

o de animales

en la sabana.

Enseguida Bolívar

—Mandó hacer alto,

y adelantándome yo

por orden suya

reconocí que aquello era

un escuadrón que había salido

a recoger ganado…

—¡Claro en la guerra

los hombres también

son víctimas del hambre!

—¿Cómo? —inquiere Páez

—¡Nada mi general!

fijaba en los ojos

que Ud. topó

con un escuadrón

que salió a comprar

la carne como sale

mi vieja de madrugada…

y pues se enteró además

que el enemigo

ocupaba el hato ese

… de Trujillo

—Y me dio ganas de preguntarle

¿Y es que Ustedes

se movían así

sin un informe previo

 de la inteligencia

o de lo exploradores?

—¡Ah, bueno! —añadió el general

resolvió Bolívar replegarse

 a la orilla del río

 y repasarle de nuevo…

—Me imagino que la guerra

tiene sus propias exigencias

como las tiene el poema…

¿Por qué el retiro

y no el ataque?

—la Guardia ausente —ya te lo comenté

y el resto de la caballería

que, al mando de Rangel

y otros jefes,

había ido a tomar a Nutrias…

(— ¡obrar por la espalda de Morillo!)

 y, no teníamos fuerzas suficientes

de aquella arma

que oponer a las del enemigo…

(Yo también saco mis conclusiones

y veo el cuadro de desventajas)

 

—Continuamos pues

nuestra marcha

con rumbo a Occidente

por la ribera derecha del Arauca

hasta el hato “Caraballero”

por donde volvimos

 a esguazar el río.

De allí Bolívar se fue a Rincón Hondo.

Yo con la Guardia seguí marchando

sobre Achaguas,

e informado por mis avanzadas

—que Morillo había destinado

una sección de caballería

y alguna infantería

a coger ganado,

mandé inmediatamente

una parte de la Guardia a sorprenderlo.

y en ese lugar llamado “Sacra Familia”

los encontró mi guardia

y una vez atacados

abandonaron

los animales recogidos

y con pérdida de alguna gente

regresaron a Achaguas

favorecidos por los matorrales

 de que estaba cubierto el lugar.

Añade Páez un dato

que Méndez Echenique

no ignorara en la magnifica

relación que ofrece

 de las estadías de Bolívar en Apure

—Entretanto… —continua Páez

yo marché para Achaguas

a donde llegó Bolívar

después de mandar

su infantería al Mantecal.

De Achaguas salimos juntos

con dirección a Barinas,

y estando el ejército

 reunido

en el hato de Cañafístola,

inmediato al paso de Setenta,

por dónde íbamos a cruzar el río Apure,

mandó Bolívar hacer alto

 y me ordenó que fuese a Guasdualito

a prender al Coronel Nonato Pérez

y haciéndome cargo

de las fuerzas que éste tenía,

trajese al ejército

más de quinientos caballos

que conservaba en dehesa.

Se discutía dos opciones

—Tomar a Barinas

o trasladar la guerra

a la Nueva Granada

Páez dice que en relación

a Barinas,

Bolívar veía

en la expropiación del tabaco

una posible fuente de financiamiento…

(¡Aja! el tabaco de Barinas

era uno

de los productos

de exportación)

 

en definitiva

—Estando ya en marcha sobre Guasdualito,

llegó el coronel Jacinto Lara,

enviado por Santander,

y Bolívar recibió el parte

de los favorables resultados

de las operaciones en Casanare

y la buena disposición

 de los granadinos

a favor de la causa independiente.

 entonces convocó una junta…

una junta presidida por Bolívar,

y los vocales

Anzoátegui,

Pedro León Torres,

Soublette,

Rangel,

Iribarren,

Pedro Briceño Méndez,

Ambrosio Plaza

 y Manrique

aprobaron unánimemente

el plan de trasladar la campaña

a la Nueva Granada.

—El día siguiente

de hallarme yo en Guasdualito

se me presentó Rangel

acompañado del entonces

teniente Juan José Flores,

—después general

y Presidente del Ecuador—,

con una esquela de Bolívar,

escrita de su puño y letra,

en la que me decía

que Rangel le había informado

de mi opinión sobre las ventajas

de ir a la Nueva Granada

en vez de dirigirnos a Barinas,

idea que él aprobaba

y que por consiguiente

le esperase en Guasdualito

para que yo entonces decidiera

cuál de nosotros dos

sería el jefe

 que debía ir a la Nueva Granada…

Pero la historia

no es lo que pudo

haber sido

—La historia

es lo que se demuestra

de lo sucedido…

Páez al parecer no se dio por aludido.

jamás lo sucedido

es una copia tal cual de la letra

es mucho lo que queda fuera

y mucho lo que también se añade

fruto del razonamiento posterior

a lo sucedido

unos son los ojos

del momento en que ocurren las acciones

digo de los protagonistas

otros los ojos que miran hacia atrás

y narran lo sucedido

 

—El 4 de junio estaba ya Bolívar

en el pueblo de Arauca

y el 11 del mismo mes

se reunió

 con la división de Santander.

—De lo demás el general

no es testigo presencial

A mis oídos le tocó escribir

¡No!

¡no! lo que dice

 Baralt

 y Larrazábal

confeso queda el general

cuando narra que siendo

tarea suya conservar el Apure

y junto a ésta, el otro encargo

—llamar la atención del enemigo

por el camino de San Camilo a Cúcuta

 

saca a relucir el mismo cuento

de la campaña del Centro

—que para llegar a Cúcuta

había que atravesar

veinte leguas

de monte y barrizales…

 

—resolví entonces regresar a Achaguas

a organizar mis fuerzas

 y caer sobre Guanare

con el objeto de impedir

que el general Latorre

pasara a dar auxilio

a los realistas de la Nueva Granada

Y organizadas mis fuerzas

y ya en marcha a la altura del paso del frío

en vista de los obstáculos que nos oponía

las crecientes de los ríos

mandé que la infantería compuesta

de criollos e ingleses regresaran a Achaguas

y con sólo la caballería me dirigí a Guanare…

 

—el 19 acampa a una legua del pueblo La Cruz

 

—pero dado que en este momento

un escritor de Tinaquillo

y juntos a él, otros

debaten acaloradamente

pero sin el brillo

de las polémicas del siglo XIX

entre Juan Vicente González

y Antonio Leocadio Guzmán

 

de un hecho artesanal

más importante (según ellos)

que la misma

batalla de Carabobo

ubicados leguas en distancia

de aquella premisa

en que la historia

 es algo más

que la maestra de la vida

 

te obligan a tener presente

el registro de Páez

—los cazadores de Barinas

vestían un uniforme

igual al de mis húsares

 

—Tío —déjeme quieto

déjeme escribir a mi gusto

porque cuando a Usted

lo afanan los quehaceres

domésticos

la señora inspiración

me abandona y por mucho

que yo le implore

no baja

y entonces

la página en blanco

es poca amable conmigo

 

Busco la punta del hilo

y como el que oye

y sabe optar por lo bueno

después de examinarlo todo

pocas veces se pierde

retorno justo al punto

de inicio de la digresión

y sin ninguna dificultad

el otro, que también soy,

 escribo al filo de la soledad

tal como si hablara con los amigos

en el Hotel Italia de Achaguas

o en la otra colección de bares

que con mi ausencia

desaparecieron de San Carlos

 

—sitiaron al pueblo La Cruz

y en hora de la noche vencieron

la resistencia realista

y de primero cuando entramos

en aquella casa de tejas,

cercada de tapias

a donde el enemigo fue a parapetarse

luego de abandonar la iglesia

por no ofrecer ventajosa defensa

nos recibió

una multitud de cadáveres y heridos

y el general acuden a una línea

del parte brindado por los sitiados

—“aquella casa

 no estaba defendida

por tropas del rey,

sino por un triste hospital

anegado en sangre”.

—nos hicimos de muchas municiones

y de doscientos fusiles almacenados

Tengo que decirte

que en esta acción

se distinguieron

—por su bizarría y valor,

el general Torres,

el coronel Rangel,

el coronel Muñoz

y el teniente coronel

Laurencio Silva,

que fueron los primeros

que asaltaron las ventanas

con sus sables;

el coronel Carmona,

el teniente coronel

José María Angulo,

el teniente coronel

Jacinto Mirabal

y el teniente

Tomás Castejón.

(Páez me complica la vida,

perjudica mi inspiración

si este es el Laurencio Silva

que yo creo que es

entonces

Silva

no estuvo en Boyacá.

Pero me alegra mucho

saber que todos los días

debo aprender algo

Más tarde es probable

que algún libro de los míos

salte sobre mi escritorio

y despeje todas mis dudas)

 

Por ahora debo seguir

con la toma del dictado

—determiné entonces

retirarme hasta Achaguas.

 

El 3 de septiembre

se me incorporó

el comandante

Antonio Díaz

con una escuadrilla de lanchas cañoneras,

y sabiendo yo

que el enemigo tenía

en el puerto de Nutrias

 otra de once lanchas armadas

y aparejadas

para bajar a reunirse

con las que estaban en San Fernando,

dispuse que Díaz

se situara con sus embarcaciones

 en la boca del Apure Seco,

y que allí permaneciese oculto

para atacar de improviso

la escuadrilla enemiga

cuando viniera bajando el río…

Díaz se apoderó completamente

de las once embarcaciones enemigas

el 30 de septiembre

y por orden mía

Díaz bajó con su escuadrilla

a situarse en la boca

del río de la Portuguesa,

para impedir que por sus aguas

y las del Apure

recibieran socorros

 la plaza de San Fernando…

Díaz logró arrollarla

hasta el extremo

de tener el enemigo

que echar sus lanchas

sobre la ribera izquierda

de la Portuguesa,

y defender desde tierra

las embarcaciones

con la infantería que llevaba a bordo.

Díaz regresó a Achaguas con sus heridos,

habiendo perdido en este combate

a su segundo

el comandante M. Muñoz.

 

Se desprende —observa

el que escribe o la señora inspiración

que para la altura

de septiembre de 1819

Ud. abordaba una embarcación

una lancha o una canoa

o una curiara

en el Picacho de don Armando

y enrumbado aguas arriba

pasaba por lo que nosotros

conocemos de todos

 esos alrededores de La Granja

y una vez alcanzada

 la boca de Apure Seco

podía uno dirigirse hacia Nutria

o hacia el paso del Frío

o hacia el paso Enriquero

o por el contrario

bajar hasta San Fernando

o hasta el Orinoco

o internarse

por la boca de la Portuguesa

 

Cierra el año 19

aludiendo el general

que A principios de octubre

estado yo

en mi hato de la Yagua,

el general Soublette

en su paso para Angostura,

se me presentó

y me comunicó

que en Guasdualito

estaban

mil quinientos reclutas

al mando

del coronel

Justo Briceño,

y era disposición de Bolívar

que se pusieran a mis órdenes.

 

pero me sorprende

que nada dice Páez

de su encuentro

en Achaguas

con Bolívar

a los 75 días

que duró la campaña

de Nueva Granada

desde su inicio en Mantecal,

 

pero ya Argenis Méndez Echenique

bebiéndose conmigo

una botella de 18 años

en el Hotel Central

se encargó de demostrarme

al filo del documento

que El 28 de noviembre

Bolívar el presidente

llega a Guasdualito

y el 5 de diciembre

ya se encuentra en Achaguas

como se deriva

de la carta enviada

al Coronel Juan Antonio Paredes

indicándole del trato

que debe dispensarle a la recluta…

 

El Bolívar que visita a Achaguas

es el Bolívar vencedor

de Pantano de Vargas

y de Boyacá

el mismo que se dirige

hacia Angostura

empecinado ahora

en convencer al Congreso

por el encanto de la palabra

de volver ley la unión

de Venezuela y la Nueva Granada

 

pero como no puedo decir

en que casa

o sitio

descansó

Bolívar

 en Achaguas

si puedo decir

que durante

1819

el presidente

Bolívar

visita tres veces

a Achaguas

—así lo reseña

Argenis Méndez

en mayo 6

y mayo 13

y nuevamente

en diciembre 5

y es el primer

presidente

en ejercicio

de pisar

sus calles…

 

Anoto en entonces

en un descuido

de Argenis Méndez

—Al señalamiento de Páez

—De allí Bolívar se fue a Rincón Hondo.

Yo con la Guardia seguí marchando

sobre Achaguas…

después de la acción

de Sacra Familia

yo marché para Achaguas

a donde llegó Bolívar

y De Achaguas salimos juntos

con dirección a Barinas,

es necesario observar

que antes de la salida hacia Barinas

el Libertador avanza hasta Caujaral

y está de nuevo en Achaguas

el 13 de mayo

y es entonces

cuando emprenden

 la marcha hacia el Alto Apure

 

Es necesario detenerse

en aquel pasaje

referido al inicio del año 20

cuando Páez asevera

que

—El único movimiento

fue una marcha a Barinas

en el mes de enero,

encontrándome

en el tránsito con Bolívar,

que venía de la Nueva Granada

con dirección a Guayana

subrayando particularmente

—Pasó una noche conmigo….

 

Esta referencia que él ubica

en el mes de enero

corresponde a diciembre

pues en atención

a los documentos promovidos

por Argenis Méndez

el mes de diciembre

Bolívar baja de la Nueva Granada

y avanza hacia Angostura

—pues, el 17 de diciembre

el Congreso acuerda la unión

de Venezuela y Nueva Granada

bajo la denominación

República de Colombia

 

por lo que pudiera inferirse

y no sin riesgo que la noche

que dice Páez que pasó con Bolívar

la pasaron en Achaguas

pero esto no más que una hipótesis.

 

La carta rotulada

en Pore, noviembre 22, 1819,

que Bolívar remite

al Vicepresidente Zea

despeja cualquier asiento de dudas

—Yo sigo mañana para el Apure…

y espero estar reunido con el General Páez

en el Mantecal, o donde esté,

dentro de ocho o diez días.

Supone Bolívar que Páez

habrá retardado

en virtud de las órdenes dadas

la marcha sobre Calabozo

prevista para el 16.

 

—en el mes de enero

el itinerario es al inverso

del emprendido en el mes anterior

de Angostura marcha hacia Bogotá

y por el dato que cuelga

Argenis Méndez

en sus Trazos de la cronología de Apure

al anotar que El Libertador

escribe en —1820, enero 22

Desde el Cuartel General

de la Isla de Achaguas,

al General José Antonio Páez

sobre las futuras operaciones militares

 que piensa realizar en Venezuela.

—abre el resquicio de la posibilidad

de aquél General encontrarse

fuera del territorio inmediato

que entonces ocupa Bolívar

 

y precisamente el comentario

que ofrece Páez

 del encuentro con Bolívar

le informé de que el objeto de mi marcha

ere el de proteger las guerrillas

que tenía obrando

por los llanos de Calabozo y San Carlos

y la misma provincia de Barinas

al tiempo que mantenía

mis tropas en movimiento y actividad

Bolívar continuó su marcha hacia Guayana,

y seguí yo hacía Barinas, cuya ciudad ocupé;

mas, después de permanecer en ella algunos días,

regresé a Apure por la vía de Nutrias.

 

La aseveración de Páez

fijadora del encuentro

en el tránsito hacia Barinas

resta posibilidad

a la hipótesis barajeada

 

Hay otro hecho

poco tratado

y no completamente

develado

 

la muerte de la enamorada

mujer de Bolívar desde 1813

Josefina Machado

pues Alfonso Rumazo González

 señala que

Llegada a la población de Achaguas

murió, sin que siquiera se sepa de qué…

 

—pero no tan así

Ramón Díaz Sánchez

disipa oscuridades pero la claridad no es total

y yo lo escuché de sus labios

en los días —en los que se comienzan a vislumbrar

los destellos del triunfo patriota, la dulce Pepita

hace su mutis definitivo

sin siquiera

poder

despedirse

del hombre amado.

—Roída por la tuberculosis, sintiéndose agonizar,

piensa ella

que un cambio

de clima

podría

prolongarle

la vida

—y entonces viaja de la calurosa Angostura

a las altas comarcas de la Nueva Granada

 

el Orinoco la entrega al Apure

y ya en la llanura viaja  Pepita

al paso de un manso caballo

—y finalmente, en medio de las sabanas alucinantes

tiene que resignarse a ser conducida en hamaca,

a hombros de peones llaneros.

En la sabanas quedan prendidos

sus toses y sus gemidos,

y las amapolas de sus esputos.

En Achaguas termina el viacrucis.

Allí, en las soledades de la llanura,

asistida por su madre y su tía

y por alguna india piadosa,

muere esta caraqueña auroral

con la que se va para siempre

un jirón de la Venezuela de la Colonia.

 

—Mujer bella, del mismo linaje del Libertador,

su amiga desde la infancia

 y su novia más o menos formal desde 1813,

a nadie hubiese extrañado

 la unión de estos dos seres

identificados en las ideas y en el sacrificio.

 

pero ¡Nadie ha reclamado

un monumento para ella!

Nadie —ni siquiera Fernando Magallanes—

ha podido escribir en una plancha de zinc

a la entrada de Achaguas

—Aquí murió Pepita Machado

el otro amor de Bolívar

tan entregado como él

a la constancia

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