PÁEZ CUENTA LA GUERRA DEL AÑO 19
BOLÍVAR EN ACHAGUAS
(Crónica)
No sé exactamente
que me
quieren decir
cuando me dicen llano
Hay muchos atajos
Me recuerdo de las travesías
de San Carlos a Guasdualito
y en Guasdualito
por
cualquier parte
cruzábamos el río
y ya éramos
huéspedes
respetados
de la Academia de la historia
de la Ciudad de Arauca
Me encantó la travesía
de Arauca al Yopal
y a Eladio Tarife
lo sorprendí
cuando yo le dije
—vengo del Yopal
y no me a vas creer
que los palmares azules
esas palmas de las entradas
de Arismendi
que bajan del cielo
después que el Baúl
se vuelve horizonte
me las encontré
tal cual en el Yopal
—Eladio el llano tiene esa gracia
y me puse hablar
de la otra travesía
de Bogotá a Villavicencio
y le hablé de la galería
del club a las afueras
del Yopal
cuyo dueño desconocía
el nombre de Dámaso
y cuando me oyó
mentar uno por uno
a los grandes del llano
se sentó en mi mesa
y Eladio pasó tres días
cantando
en ese club sin pagar nada
—No sé exactamente
el llano tiene cara
a veces
de una vieja peinilla
Estoy en Maiquetía
en la mañana siguiente
el Archivo Nacional de Cuba
me invitó hablar sobre Bolívar
y por la noche
en La Habana Vieja
debo hablar de Páez
con algunos amigos
doctores en historia
cuando me pidieron el pasaporte
yo coloqué en las manos del oficial
los dos tomos de la Autobiografía de Páez
pero ya en el avión
acudí a un juego con Páez
entre nosotros apareció
las llanuras situadas entre el Arauca y el Apure
Apenas dije Nutrias
—distante
sólo tres jornadas de Barinas
Miré hacia la espalda de Nutrias
allí entre la orilla del río Arauca y Guasdualito
—distante sólo cinco leguas…
Volví a Nutrias
y
pregunté por Santa Catalina
—situado
a la orilla izquierda del río Apure
y añadió
yo una
vez
A los
dos días de marcha pernocté
en el pueblo de Santa Catalina…
(bajando de Nutrias)
a la salida de Guasdualito,
Ud. dispone de dos caminos…
—Uno da al interior de Venezuela
y el otro a San Camilo.
¿De San Antonio al río?
—del Apure una legua.
¿De Santa Lucía a Apurito?
—unas seis u ocho leguas.
De los médanos de Araguayuna a
Achaguas
—una diez y seis
o diez y
ocho leguas.
De Camaguán a San Fernando
—siete leguas…
Guayabal ¿pueblo, hato o mata?
—pueblo distante tres leguas de San
Fernando.
¿Y la boca del Coplé?
—a menos de una milla de San
Fernando
—Y a revienta-cinchas
nos lanzamos sobre
Paso del Frío
Mata de
totumo
el pueblo de Mantecal
Rincón Hondo
caño de
Caicara
paso del Caujaral
y paso
Marrereño
hato de Los Cocos
hato del Frío o el otro
hato de
Mucuritas
—¿Y hato Cañafístola dónde queda?
El que Ud. alude
como a cuatro leguas de Payara
y se asomó a nuestra conversación
—un
médano, rodeado de agua un tanto profunda
y aquel estero como de una legua.
Allí le lancé una primera parada
Yo José Antonio Páez certifico que
—Los patriotas de Barinas
ocuparon
la ciudad de Nutrias
y la de Achaguas,
y los españoles establecieron
su
cuartel general
en San
Fernando de Apure.
En el mes de Octubre
del
mismo año de 1813,
el general Yánez se movió
con una fuerte división
de caballería e infantería
sobre Achaguas,
atacó la isla
e incendió
parte
de la
población.
Los patriotas hicieron
todo lo
posible para sostenerse;
pero al
fin tuvieron
que
retirarse
hacia Barinas,
y Yánez se apoderó de Nutrias.
Más rápido que un celaje pasamos al
año 16.
A la escena
en que el presbítero
Torrellas creyó que estaba de más
que la cabeza del capitán Mugica
permaneciera en su puesto…
—Después de la sorpresa del Frío,
regresé al Mantecal,
y allí, a instancia del capitán Antonio Rangel
y de otros oficiales
opté por mándalos
a tomar
la ciudad de Achaguas,
distante veinte leguas del Mantecal,
que se encontraba sin guarnición
y podía ser tomada por sorpresa.
Entonces
resolví destacar
ciento cincuenta hombres,
al mando de Rangel,
con orden de ocultar,
en cuanto fuera posible,
el movimiento
que debía verificar
por el rincón del Zancudo,
pasando el río de Apure Seco
por el lado de la boca de río de Payara.
Así
podían
atacar la ciudad por la espalda
cuando nadie lo esperase.
Le digo que Inconcebibles
fueron las dificultades
que enfrentó Rangel
y la línea sale a lo seco
—todo el terreno por donde había de
atravesar
estaba inundado por los derrames de
aquellos ríos
y los gamelotales que crecen a la vera del agua;
pero al fin llegó a los alrededores
de Achaguas
sin que nadie notara movimiento,
y allí mismo supo que había
en la ciudad cien granaderos
en un cuartel situado en la plaza.
Estas fuerzas habían bajado del Frío,
embarcadas,
con el objeto de reunir los
dispersos
y aumentar las filas con nuevos
reclutas.
Desgraciadamente no le informaron
también
de que había otro cuartel a la
orilla del río,
como a dos cuadras de la plaza,
con doscientos lanceros a pie.
Al amanecer, atacó Rangel
el cuartel de infantería
y logró introducirse en él,
llevándose de encuentro a lanza y
sable,
a cuantos le resistían;
pero en aquel momento
los doscientos lanceros
cargaron sobre él
y le obligaron
a apelar
a los caballos
y retirarse fuera de la población,
abandonando los prisioneros
y armas que había tomado.
—Rangel propuso retirarse
por la misma vía que habían llevado;
pero el fogoso capitán Antolín
Mugica
dijo que él no lo haría,
y que antes prefería morir,
continuando la pelea,
que ser portador
de la
infausta noticia…
invitó pues a todos continuar el
ataque…
—Por su mal algunos le siguieron,
y en las cargas y rechazos que
acudieron,
cayó su caballo en un jagüey…
allí fue hecho prisionero
y fusilado
por el presbítero
coronel
Andrés Torrellas…
—Yo certifico que
su cabeza separada del tronco,
fue frita en aceite
y remitida a la ciudad de Calabozo,
donde se la colocó en escarpia
y permaneció en execrable exhibición
hasta que la encontramos el año 18.
Por orden del general Bolívar se la
bajó
y se le dio sepultura con la pompa de
ordenanza.
—Hay otra acción de 1816 de la que
nadie habla…
El día siguiente de la batalla del hato del Yagual,
favorecido por la noche el enemigo
se
retiró a Achaguas…
Ud. escribe que mandaron
sus heridos y la artillería en
las lanchas…
que éstas bajaron por el Arauca
hasta su confluencia con el Apure Seco,
y luego remontaron este río
hasta la ciudad por cuya orilla pasa.
—Nosotros seguimos en su
persecución,
y al día siguiente llegamos
a la
ribera derecha del Apure Seco,
frente a Achaguas, donde por una mujer,
que atravesó el río
en una
pequeña canoa,
supimos que los realistas
se habían retirado
también
de aquel punto.
—Entonces pasamos
Urdaneta,
Santander,
Servier,
Vergara,
Montilla, yo
y algunos otros,
de dos en dos en la canoa,
y entramos en una casa
de la plaza de aquella ciudad
con el objeto de buscar algún papel
o aviso que nos informarse
de lo que pasaba por el mundo.
—Y al oí una descarga,
la abandonamos precipitadamente;
en esto llegó de la orilla de la
ciudad,
opuesta al río,
un dragón que nos dijo
venía herido
por una descarga del enemigo
que estaba emboscado en aquel punto.
Apresuramos entonces
a repasar el río
después de haber
yo dado las órdenes
al capitán Genaro Vásquez,
que lo había ya cruzado
con una
compañía
de
carabineros
… que se defendiera en un manglar
de sus orillas.
Las cuatro cañoneras del enemigo
aparecieron navegando
a la
sazón río arriba,
con el claro designio
de cortarnos la retirada
y su infantería
que estaba en la emboscada
corrió a
paso de trote
hasta la
orilla del río,
donde ocupó una trinchera
… hecha de antemano.
Desde allí nos hacían fuego
a los
que estábamos
de la
otra parte del río,
y la compañía de Vásquez
que estaba a la derecha.
Las lanchas nos hacían
también
disparos de cañón,
y se acercaban con objeto
de
cortar a Vásquez;
pero nosotros
con los
carabineros
las
rechazamos
río
abajo
cinco o
seis veces.
Mientras tanto Vásquez
hacía pasar sus soldados
a nado
por pequeñas porciones,
valiéndose de la canoa
… las armas y la ropa,
y al fin nos reunimos
con pérdida de sólo
doce hombres
entre
heridos y dispersos.
Vino la noche
a poner
término
al
combate,
y durante ella
el enemigo
salió de
Achaguas
hacia la plaza de San Fernando.
—De esta acción se habla poco.
Hay otro hecho del que no se habla…
Yo José Antonio Páez
primera lanza del mundo
certifico que
—Cuando yo bajé a Achaguas
después de la acción del Yagual,
se me presentó El Negro Primero
que mis soldados de Apure
me aconsejaron incorporar al
ejército,
puesto
que era
hombre de gran valor
y sobre
todo muy buena lanza
Llamábase Pedro Camejo
y había sido esclavo
del propietario
vecino de apure,
Don Vicente Alfonso.
—Por tres veces,
Morillo,
se dirigió
a Apure
cuando creyó
pacificada
la Nueva Granada
y vino a someter
a Venezuela.
Achaguas fue
una especie
de epicentro
de esa guerra.
A finales del 16
el general Morillo
ocupa a Guasdualito.
Páez está en Achaguas.
En enero y después
de mandar el hospital
y los
emigrados al hato del Yagual
—salí con quinientos hombres
en demanda de Nonato Pérez,
que ya estaba en el Mantecal
y debía reunirse conmigo
en
Mucuritas
o en el hato del Frío.
Después de cuatro días
de marcha
llegué a este punto…
Y mientras él sube;
¡el enemigo baja!
La división del general
Calzada
de Nutria pasa
al
cantón del Mantecal,
mientras
el general Latorre
continua la marcha
en busca nuestra
con tres
mil infantes
y mil
setecientos jinetes
mandados por el coronel
Remigio Ramos,
jefe de caballería
que se había
distinguido
mucho
desde los tiempo
de Boves y Yánez.
—El 27 de enero
pernoctó
Latorre
en el hato del Frío,
como una legua
distante del lugar
que yo había elegido
para el combate…
las sabanas incendiadas
de Mucuritas
me dieron el triunfo
Y cuando en San Vicente,
supo Morillo del desastre
vino la misma noche
al Paso del Frío
a
incorporarse
al
ejército…
pero tomaron
el camino de Banco Largo
y
llegaron a Achaguas
sin despegarse
de la
orilla del monte
yo al frente de ellos
a sabana limpia…
ellos siguieron para San Fernando
yo continué por la sabana
hasta
San Juan de Payara
—Error funesto de Morillo
en San Fernando dividió su ejército
mandó a Latorre con una parte a
Guayana
a operar contra Piar
y él se dirigió con la otra a la
Isla de Margarita
pero también mandó fuerzas a Nutrias
y dejó otra encargada de la defensa
de las fortificaciones que hizo
en la plaza de San Fernando.
—En el mes de junio de 1817
remontaban el río Apure,
de Guayana hacia Barinas,
ocho lanchas convoyadas
por una cañonera enemiga,
protegida por cien granaderos…
Yo embarqué gente en cinco bongos
que tenía en el Yagual,
armados con pequeños cañones.
El viento jugó en contra nuestra
ellos pasaron primero por Apurito,
que era el punto de la emboscada
y aunque mis bongos
encontraron a las lanchas y a las
cañoneras
anclada un poco más arriba del Paso
del Frio
al contestar la embestida enemiga
uno de nuestros cañones cayó al agua
y otra de las embarcaciones
zozobró al primer disparo
—el bravo Aramendi
se salvó
de
milagro
¡pues! al ganar al nado el barranco
fingió el auxilio de la caballería
y el enemigo cayó en el lazo…
y sólo se llevaron
uno de nuestros bongos
Estas circunstancias
me hicieron regresar al Yagual
—resuelto a caer sobre
los almacenes de Barinas
y apoderarme de la ropa,
municiones y fusiles
que no pude tomar en mi primera
tentativa
—Según lo recelaba, el general
Calzada
salió de San Fernando
con
quinientos hombres
en
dirección al Yagual,
pero al llegar a Achaguas,
ya me encontraba yo
en aquel punto.
Remontó entonces hasta…
—el pueblo de Apurito
y sorprendiendo
la
pequeña guarnición
que yo tenía al mando
del comandante Rebolledo,
que
murió allí,
volvió Calzada a la plaza
de San Fernando
por el
río Apure.
(—¡Adoro la placita Páez!
las tardes de ajedrez
y la discusión sobre libros
Insisto vanamente
de
reconstruir
la casa o las casas
que allí habitaban
y creo que una de ellas
era propiedad
de los Herreras
y después compraron
la casa frente a la plaza
pero no estoy seguro.
¿Qué digo? ¿Qué me pasa?)
—Sobre el asalto de Barinas
deseo comentar dos o tres líneas
—nadie podía imaginar
que saliera del bajo apure
tropas de caballería
que además de tanto terreno inundado
debía afrontar la arremetida de varios caños
y cinco ríos
todos
a la
sazón
fuera de madre.
—Llevé, pues, mil lanceros
montados en caballos rucios
con otros mil caballos de reserva,
todos del mimo color,
porque los llaneros creen,
y yo con ellos,
que el caballo rucio
es más
nadador
que cualquiera de otro pelo.
Hablo para mí sólo:
—Esta es la concepción
del llano como escuela…
—pero no sólo fueron
las provisiones,
las expropiadas
además nos apoderamos
de dos mil mulas aperadas.
Y de una buena cantidad
de cueros secos
que nos salió a recibir
en el pueblo de Canaguá
con los que hicimos los botes
que permitieron
el paso de nuestro cargamento
de una a la otra orilla del Apure
por lo demás
—El año 17 termina
con el acontecimiento notable
del arribo
de los comandantes
que el Libertador me envió…
—Ud. dice que la fiebre
lo obligaron trasladarse a Achaguas.
y el enemigo enterado
“que yo estaba enfermo en Achaguas”
—Morillo destinó trescientos hombres
de
caballería
al mando del comandante A. Ramos
encargados de sorprenderme
pero un soldado desertor
me avisó
del riesgo
Inmediatamente
saqué a los enfermos y emigrados
mandando a unos por tierra
y a otros embarcados
a las costas de Arauca
quedando yo
con
cincuenta hombres
del otro
lado del río
dispuesto a atacar al enemigo
cuando entrara a la ciudad…
—Más bien cuando entrara a la Villa.
Encontrándose como a una legua
en busca de mejores pastos
para los caballos
en eso me dieron el parte…
—el enemigo ocupó la población…
Yo cargué sobre ellos
y al percatarse que no había nadie
se retiraron de la población…
los perseguí como una legua
antes de contramarchar
al Chorrerón
supe aquí que ya todo
el
ejército enemigo
había pasado el río
y estaba atrincherando
la iglesia del pueblo,
mientras que la caballería
se mantenía apostada
a una legua de distancia.
Mandé entonces al coronel Aramendi,
con un escuadrón de lanceros,
a sorprender dicha caballería,
lo que logró cumplidamente…
—y dice Ud. que se dirigió a San
Fernando
al mando del batallón Páez
y alguna caballería
y además llevaba yo
trescientos indios de Cunabiche
al mando de Linache, general,
antes de iniciar el ataque
y para evitar
la
dispersión de los indios
al oír silbar las balas
le repartí sendas raciones
de aguardiente
y sucedió entonces que rompiéndose
la lengua con las puntas de sus
flechas
se untaron la sangre en los rostros
y se lanzaron con el mayor denuedo
contra las trincheras enemigas
tal como lo hizo
el
capitán Dos-Reales,
al
frente de los suyos
muerto a machetazos.
pero nadie ha pedido un monumento´
para el capitán de mis indios
Páez considera
que este falso ataque
más que la sorpresa de Aramendi
sobre la caballería realista en
Achaguas
hicieron abandonar la campaña de
Apure
y llevaron al enemigo
situarse en Calabozo
pero sea lo que sea
quedó así despejado
el
encuentro con Bolívar
—¡No lo digo! Solo lo pienso
primero que los conductores
de la línea Guárico
que cubrían la ruta
de Achaguas a Caracas
a fuerza de vallenato
salsa o merengue
o el imbatible Pastor López
Bolívar al lado de Páez
vence el tedio la monotonía
—entonando canciones patrióticas
—estuvo dos o tres días
en San
Juan de Payara
dice Páez.
pero debo tomar nota
que la Autobiografía
calza fecha de cierre
en su
Introducción
tan tarde como aquella Nueva York
vapuleada por el sueño
del
progreso
abril 19 de 1867.
Y yo conozco muy bien
a la ciudad de Nueva York
por ese librito de versos
subestimados
de poeta en Nueva York
el libro se empeña
en empujarme hacia
otro prado donde mis urgencias
desea desembocar
Inserta Páez una larga cita
de un escritor inglés
que Páez no conoce
pero que aquel dice
que estuvo
bajo las órdenes de Páez
en aquella guerra
y este hombre narra tulipanes
—Cuando hay algo
que les
interesa
muy
particularmente
y sobre todo cuando están
enamorados,
los llaneros se expresan
en coplas improvisadas.
Saben puntear una guitarra
de
construcción algo tosca,
con la cual acompañan
sus improvisaciones
las serenatas a sus queridas.
Elijo lo que me es útil
lo que no vi
en las otras tentativas
del Herodoto criollo
sobre la campaña
del 18
Cerca de Calabozo
Morillo estuvo a punto de morir
—los cargamos nosotros
con tal
tesón
y tan de
cerca,
que ya el bizarro Aramendi
iba a atravesarle
con su lanza
cuando un capitán
de estado mayor,
de nombre Carlos,
se interpuso entre los dos
y murió del golpe recibido
por salvarle la vida al jefe.
Dice Ud. que al reunirse con Bolívar
en el Rastro
¿No es
cierto?
—el general Latorre
que
mandaba todo el ejército,
por
hallarse herido Morillo…
En la batalla de Sémen
lo hirió con lanza
el entonces capitán
Juan Pablo Farfán.
Y dice Ud. que después
del
combate temerario de seis horas
en el que se empeñó Bolívar
y resultó infructuoso
despojar la Torre
de las alturas de Ortiz
Bolívar regresó a Calabozo
por el refuerzo de la columna
que venía de Guayana
López sabedor
del movimiento de Bolívar
pasó a ocupar
a San
José de Tiznado
dispuesto a esperarlo
a que regresara de Calabozo.
Efectivamente, Bolívar
se ubicó a una legua de López.
Lo demás es ampliamente conocido.
—Los dispersos
del Rincón
de los
Toros
encontraron al Libertador
y le dieron el caballo de López,
que el comandante Rondón
prendió después de muerto el amo
Yo lo supe de propio Bolívar…
A mí se me acusa…
Yo marché sobre San Carlos…
donde estaba Latorre
al mando de tres mil hombres…
Y al llegar a esta ciudad nos
topamos
con una partida de húsares
que arrolladas con nuestras lanzas
penetramos hasta la misma plaza
y acuarteladas las tropas
en las casas de alto
bajo el plomo cerrado nos
retirarnos.
fuera de la ciudad
Latorre ocupó los cerritos de San
Juan
Yo permanecí cinco días
en la llanura
frente a él
hasta que me pareció prudente
retirarme al pueblo de Cojedes.
Una vez que de Cabudare
llegó Rangel
con sólo
doscientos hombres
resolví volver a San Carlos
pero el enemigo me sorprendió
en Camoruco y yo contramarché
a la sabana de Cojedes
y formé mis tropas
al final
de la sabana
y de espalda al pueblo
mis trescientos infantes
en dos filas
Cornelio Muñoz a la derecha
a la izquierda Iribarren
El resto de la caballería,
al mando de Rangel,
formaba la segunda línea.
Por tres veces
el general Anzoátegui
me suplicó que no avanzara
yo con la caballería
En el momento
del
fuego y la carga,
bamboleó aquel cuerpo
compacto de hombres
como árbol que va inclinándose
a caer bajo el hacha…
y en un momento dado
me acordé
de lo prometido a Anzoátegui
contuve mi caballo
y por
sobre el enemigo
vi que los míos
huían
dispersos,
sin saberse por qué.
Yo seguí hacia Apure
y cuando
a ciudad
de Nutrias
la teníamos a un lado
Rangel pidió autorización
para ocuparla y así la acordé
entregándole doscientos hombres
Rangel la ocupó pero la llegada
del indio Reyes y después
de un reñido encuentro
tuvo que abandonarla
—Yo llegué a Achaguas,
y acompañado de mi Guardia
me fui a San Fernando
a reunirme con Bolívar
El 24 de mayo embarcó
el
jefe supremo
rumbo
a
Guayana
Por el mes de agosto
las tropas que guarnecían
a
San Fernando,
por medio de una acta,
que firmaron todos
los cuerpos del ejército,
excepto la guarnición
de Achaguas
y mi Guardia de honor…
—Ud. dice
me nombraron general en jefe
y en ese momento ocupaba yo
mi cuartel de Achaguas,
bien ajeno
de lo
que estaba
pasando…
Por estos mismos días
Ud. manda a detener
a Santander en marcha
hacia la Nueva Granada
y a su favor promueve
la carta del neogranadino
dirigida al coronel
Pedro
Fortoul
—“Es preciso
que nos
reunamos
en Casanare
todos los granadinos
para libertar nuestra patria,
y para abatir el orgullo
de esos
malandrines
follones
venezolanos”.
Y como Bolívar le contestó
a Ud.
que conocía la carta
y le sugirió obrar
como yo creyese más prudente
—Entonces resolví dejas pasar a Santander.
Aunque avanzo hacia el año 19
no dejo de pensar en el pasaje
—ordené al entonces
capitán
Laurencio Silva
ir a la boca del Meta
al frente de una partida
de caballería
a detener a Santander…
y si es el mismo Laurencio Silva
de quien Sucre dijo sentir envidias
de las heridas que como trofeo
le dejó la guerra en su cuerpo
seduce la suerte de este general
—Me recuerdo de la hermosa mañana
en que Agüero y yo llegamos al
Tinaco
en la casa de Porfirio Arias
y
Porfirio
muy feliz
nos
metió a la Biblioteca
de José Carrillo Moreno
y enseguida Carillo
tomó asiento en su escritorio
y peló por una 18 años
Argenis pasó agachado
y Carillo y yo despachamos
la botellita y Porfirio trajo
otra
—¡Así si provoca hablar de los
libertadores!
—No hay un episodio importante
de la Guerra de Independencia
donde Silva no estuviera
presente.
Y Argenis completó el párrafo
—Estuvo bajo el mando
de Miranda,
Bolívar,
Páez
y Sucre.
—Héroe de Taguanes,
de
El Yagual,
de
Mucuritas,
de Las Queseras del Medio,
Bomboná,
Pichincha,
Junín
y Ayacucho, entre otras.
Y Porfirio puso el dedo
en la línea en la que se lee
—Acumuló en su cuerpo 18 heridas
todas recibidas en campos de
batallas.
¡seduce la suerte de este general!
pero ahora
en este ahora
en que el caballo indómito
del pueblo soberano
pujaba por sacarse la silla de Páez
—A nombre de la patria
y en otra circunstancia
de
arrebato
le tocó junto a Ezequiel Zamora
detener a Páez en agosto de 1849
en Macapo Abajo
o Campo
Monagas
como también se le conoce.
Y lo llevaron a Valencia
y de Valencia
amarrado
hasta Caracas
y a lo largo del camino
el pueblo lo saludaba
con palabras pocos gratas
Y mi tío dice
—él
se queja
pero como lo iban a llevar
recibió la misma dosis del remedio
que él dio de beber a los Hnos.
Farfán
El General mira hacia el suelo
yo miro hacia el año 19
pero no quiero que me hable
como el militar y político
desdichado a sus 77 años
quiero que me hable
como el oficial de 19 años
aspirante al mando supremo
—Yo fui quien te hizo hombre
—te
recordaba el viejo Manuelote
capataz
del hato de la Calzada,
perteneciente a don Manuel Pulido,
y por tu cara de ambicioso
los llaneros no dudaron
en mirarte como un espía del patrón…
—él también sabía cobrar el recibo
—Los llaneros me deben
tener a su cabeza un jefe
de la fortaleza de Páez
y la Patria, una de sus mejores
lanzas
la descarto y paso a la otra
confesión
—nací en una modesta casita,
a orillas del riachuelo Curpa,
cerca de Acarigua, cantón de Araure,
provincia de Barinas…
—Ud. se negó a ser voz de los
humildes.
—Ud. pudo hacer mucho por Achaguas
y tampoco lo hizo… Ud. dejó sólo
a su compadre Cornelio Muñoz
en la petición de escuelas y
hospitales
para Achaguas, la capital de Apure…
todavía en 1827 los achagüeños
vivía en Ud. al pastor de pueblo
capaz único de sacarlos de su
pobreza
En la carta de marzo 31
Ud. desde la capital de la Isla
le escribe a Bolívar desde el doble
juego
—Los
deseos que U. me manifiesta
conservar en tranquilidad los Llanos,
sabré llenarlos trabajando
cuanto esté de mi parte para corregirlo…
Y luego agrega Ud. mi general
—estos habitantes me consultan
como protector de la Religión,
pidiéndome curas
y composición de Iglesias;
como abogado,
para que decida sus pleitos;
como militar,
para reclamar sus haberes,
sueldos, despachos y grados;
como Jefe, para que les administre
justicia;
como amigo para que les socorra
en sus
necesidades,
y hasta los esclavos
á quienes se dio libertad
en tiempos pasados,
y que algunos amos
imprudentemente reclaman,
se quejan a mí y sólo aguardan
mi decisión para continuar
en su servidumbre ó llamarse
libres…”
¡esa fue la riqueza que Ud. se dio
el lujo de mal administrar!
y veo aquel león mirando al suelo
y a mi auxilio se presenta mi tío
—¿Quiere que despierte
de esa
modorra
y te siga hablando
como
hablan los vencedores?
y me señaló el pasaje ese
que mi tío alude
de esa mano abierta que se confunde
con el firmamento y que Ud.
—mi general—
compara
como la vasta superficie del océano,
un inmenso círculo cuyo centro
parece estar en todas partes
y donde, de distancia en
distancia,
se ven pueblitos con pocos
habitantes
o rústicos ranchos
con techos de hojas secas de palmera
Y el general enciende de nuevo
la mecha de la conversa
y yo recibo todo lo que me dicta
pero antes me repregunta
—¿Cómo fue que me dijo?
¿Ud. es de los Pérez del Alto Apure?
—Si mi general nosotros
venimos del linaje epónimo
del que se apropió Elorza
y le conté que esa noche
en la Blanquera cuando
Argenis Agüero me presentó
a José León Tapia…
y advertido que yo era
de los Pérez de Apure
—Tapia sin titubear
con esa voz enorme
de
conversador impar
en el acto me dijo
—Tengo el gusto de estrechar
la mano de un descendiente
de Lino Pérez y me dio de beber
en las fuentes de un magnífico
escritor barinés que ofrece
una pequeña galería
noticiosa de los hombres
que echaron los dientes
en la guerra de los cinco años
Y Páez rememoró
la brega de sus inicios
en el momento en que yo
leía una vez más
la línea y media
en la que Páez
citando a un
periódico
de Caracas
dice
—De allí siguió Páez
a pie
hacia Mérida,
acompañado
de
Luciano Blasco,
José María Olivera
y Andrés
Elorza
que después fue coronel.
Y Páez se soltó a hablar
—A principios de Enero …
—Enero de 1819…
—volvió el Libertador
a San
Juan de Payara;
pero inmediatamente
regresó a
Angostura
—¿Cómo? ¿Y eso?
—La apertura del Congreso
que debía reunirse allí…
—Y entonces ¿a qué vino?
Páez empeñado en reconstruir
aconteceres de 48 años atrás
no se da por enterado
—Me dejó al mando del ejército
y me dio facultades para obrar a
discreción.
—¡Ajá! Vino entonces
a supervisar el ejército
(claro no interrumpo a Páez…)
—hacía más de dos meses
en el lugar del Chorrerón,
a dos jornadas de tropa
de San Fernando.
Morillo preparaba la invasión.
Ajusté entonces mi plan
—dejar al enemigo
pasar
los ríos Apure y Arauca
sin oposición…
—atraerlo a los desiertos de Caribén
así lo determinó mi astucia
—convoqué a todos los vecinos
de la ciudad
de San Fernando
a una reunión:
me propusieron
reducir la ciudad
a cenizas…
—Atravesó el ejército realista
el río apure sin oposición,
y nosotros nos retiramos
al otro lado del Arauca.
Cuando ya tenía Morillo
su ejército
preparado…
—el día siguiente
de ocupar
la ribera
derecha
del río
todo listo
no más
que iniciar
la marcha
en nuestra
busca,
—hice traer cuatro caballos salvajes
a la orilla de su campamento,
y como a tiro de fusil.
Y Siendo las diez de la noche
mandé que le ataran
cueros
secos al rabo
y que los soltaran
en dirección al campamento
haciendo al mismo tiempo
algunos tiros.
Complacido el general remata
…más estragos que los dos mil bueyes
que Aníbal lanzó al campamento romano.
—dos o tres días perdieron en
organizarse…
—Me sorprende la salida de mi tío
que viene guardando un silencio
prudente y en ningún momento
avivó mi lectura
—¿Cómo?
¿estando al otro lado del Arauca
hice traer cuatro caballos salvajes
al campamento de Morillo
en San Fernando?
Esto está como el cuento
de Sánchez Olivo
que las pisadas de los bongos
se escuchaban a 5 o 10 Km.
aguas abajo…
Y por otra parte
en la discusión
con tus amigos
he oído
que ningún autor
de los que conocieron
a Páez en esa época
Páez acusaba
ese nivel de lectura
Eso debió
haberlo leído
de la pluma de
Juan Vicente González
o de Guzmán, padre
(No puedo decirte que si
o que no.
Y se me viene encima
la línea de Martí
—Páez, que no sabe de Aníbal
ni de sus dos mil bueyes,
ata cueros secos
a la
cola de cuatro caballos,
y a la vez que echa al aire un
tiroteo,
lanza a los brutos desesperados
sobre el campo español,
que
presa del pánico levanta tiendas…
—Así son las cosa entre tú y yo)
Sigo. Oigo a Páez.
—salió entonces Morillo
en busca nuestra
y me encontró
en el paso del Caujaral,
río
Arauca,
donde habíamos resulto
resistirle
atrincherados con alguna piezas de
artillería,
Intercambiamos tiros sin
interrupción
por dos días.
Y persuadido el jefe español
que no podía forzar la posición,
se dirigió al paso Marrereño
a donde llegó al amanecer
del 4 de febrero.
—Allí tenía yo situado
al comandante
Fernando
Figueredo
respaldado por un escuadrón
de
carabineros
a distancia de tres
o cuatro
leguas
de mi cuartel general…
—O’Leary dice
que
Figueredo
actuó con descuido…
—resistió —dice Ud.
con admirable denuedo,
pero sin poder impedir
que los realistas pasaran
el río
por otro
punto
a media
milla
más
abajo
del paso Marrereño
en seis canoas
… traídas
desde
San Fernando…
y añadió Páez
—Desde que tuvimos al enemigo
con el río a retaguardia,
principié a ejecutar mi plan.
Coloqué mi infantería
en la
isla de la Urbana,
situada en el Orinoco,
y el resto de la caballería,
la
remonta y la emigración
de los
pueblos comarcanos
en
lugares seguros…
y luego salí
con ochocientos
hombres
a buscar el enemigo
y me lo encontré
en el hato
de Cañafístola
—encontré aquí
al general Morales
que con tres mil hombres
venía hacia ese punto...
lo ataqué…
Este ataque
les costó
muy
caro,
porque Morales
perdió
allí
un escuadrón
… destinado a coger ganado.
—Pernoctó aquella noche
Morillo
en el Congrial de Cunabiche
y me recalca Páez
—muy cerca
de la
entrada
al desierto de Caribén,
y anduvo acertado
en no
pasar adelante…
por la razón
que sea
o la de
—harto perito y avisado,
no quiso internarse más
y en la noche siguiente
contramarchó,
repasó el Arauca
y se fue
a la
ciudad
de
Achaguas
donde estableció
su cuartel general.
—Yo le seguía En la retirada
con mis
ochocientos hombres…
y Una de las guerrillas
de apenas
treinta
hombres
de la
Guardia,
al mando
del
infatigable
Aramendi,
atacó vigorosamente
a la caballería enemiga
cuando cruzaba el río Arauca
allí por el paso del Caujaral…
Y El Comandante Juan Gómez,
encargado de cortar
la comunicación
entre los pueblos
San
Fernando
y
Guasimal,
logró destruir,
en las inmediaciones
de éste último,
el escuadrón mandado
por el comandante
realista
Palomo,
que recogía víveres…
y pretendía
abastecer la plaza de San Fernando.
En esto se presentó Bolívar
y —En tal estado se hallaba
la campaña cuando llegó
a mi cuartel general
en el Caujaral de Cunabiche,
a fines de marzo,
con la resolución
de buscar y atacar
a los realistas.
—y después de cruzar el río
en San Juan de Payara,
resolvió ponerse
en
marcha
con objeto de atacar
a
Morillo
en Achaguas
(Yo que acostumbro
hablar sólo desde pequeño
tomé nota
—Todavía Bolívar
no ha pisado aun
las calles de Achaguas)
mientras Páez
imperturbable
continua aferrado
sobre el mango del relato
—A cinco leguas de esta ciudad
—De Achaguas —le observo
a modo de regresar a la conversa
—de Achaguas —dice Páez
nos
encontramos
con el segundo batallón
de Valencey,
a las órdenes de Pereira,
y doscientos hombres
de
caballería,
al mando de Narciso López,
a la altura del trapiche,
llamado de la Gamarra,
rodeado de bosques por todas partes.
Bolívar lo mandó atacar
con cuatro batallones
que fueron dispersados
en menos
de un cuarto de hora…
en total, el enemigo
se puso
en retirada sobre Achaguas.
y Bolívar se ocupó en reunir los
dispersos,
y luego contramarchó
sobre la
ribera del Arauca.
Se llamó a conferencia de jefe
y siguiendo Bolívar
la opinión de la junta,
dispuso que pasáramos el río Arauca
rehusando así el compromiso
de un
encuentro con el enemigo.
pero El día después llegó Morillo
a la ribera izquierda de este río
y se acampó en la Mata del
Herradero,
una milla más abajo del punto
en que nos hallábamos.
pero Aquel mismo día,
a las tres de la tarde,
se pasó a nosotros
un
oficial de caballería,
llamado Vicente Camero,
y antes de presentarse
al jefe supremo
me informó del plan organizado
por Morillo para hacerme prisionero
Y como me interesó
mucho este dato
abrí bien los ojos
de modo de garantizar
que mis oídos
copiaran bien
palabras por palabras…
y efectivamente Páez
escribe que el anzuelo
—Consistía en que si yo volvía
a provocar al ejército
del modo que lo había hecho
el día anterior,
atacándolo y fingiendo retirada
para volver inmediatamente a la
carga,
Morillo se movería contra mí
con todo el ejército hasta obligarme
a huir sin poder volver cara,
y ya en fuga me perseguirían
doscientos hombres escogidos
de la caballería,
montados en caballos
de buena carrera y resistencia,
con la orden de acosarme
y hacerme prisionero.
Y así pues,
—Después de oír
la relación del oficial
corrí a ver a Bolívar…
y Accedió Bolívar a mis deseos,
e inmediatamente
con ciento cincuenta hombres
—en realidad con 149
o en su defecto 150 con Páez
incluido—
crucé el río,
y al galope nos dirigimos
al campamento de Morillo.
y conseguí
atraer al enemigo
al punto acordado…
pero ya aquí
no conté con toda la fuerza
que yo suponía emboscada,
según había convenido con Bolívar
antes de separarnos.
pero nada
el comandante Rondón,
uno de aquellos jefes
en quienes el valor
era costumbre,
cumplió con tanto rigor
la orden de carga sobre
el valeroso comandante
realista
Don Narciso López
—golpeó y se retiró…
sin que lograran cercarlo
y por el contrario
las dos secciones
de la caballerías realistas
fueron entonces
una sola
masa
—la masa que yo esperaba
y sobre la que yo
… mandé a mi gente
volver riendas
y acometer
con el brío y coraje
con que sabían hacerlo
en los momentos
más desesperados…
Y al oír Rondón
mi gesto de aplauso
de su bravura
él muy condenao
aprovechó para desquitarse
una represión de pocos días antes
—general, así se baten los hijos del
Alto Llano.
la noche puso fin al combate…
y demás lo dice la proclama de
Bolívar
Finalmente, mucho antes de amanecer
se puso Morillo en retirada para
Achaguas.
—Bolívar, con los demás jefes del
ejército
desde la otra parte del río,
había presenciado la refriega,
y después me confesó
que aquella noche
no había podido dormir,
preocupado con la idea
que yo pudiera haber muerto en la
contienda.
Manuel Landaeta Rosales
y Argenis Méndez Echenique
salen
en mi auxilio
—en 1881 una gran corriente
arranca una parte de la barranca
del río Arauca
en las cercanías de las Mangas
Marrereñas
y arrastra “El Higuerote de Arauca”
desde cuyas ramas contempló
Bolívar el combate de las Queseras
del Medio…
y se te cuento mi general Páez
que en Achaguas
la otra
creciente del progreso
desapareció tu casa…
completamente
y la de tu compadre
Muñoz
algunas sombras
en mi destartalada memoria
despuntan algún perfil
de esas viejas casas del siglo XIX
la busco y más bien creo
que estas son cosas del sueño
pero de esto tampoco
tengo seguridad alguna
pero antes de mi nacimiento
en 1961, mayo 9
El Gobernador del Estado Apure,
Señor Leonidas Monasterios,
mortifica la atención
del entonces Director General
del Ministerio de Relaciones
Interiores,
Señor Carlos Andrés Pérez…
—Se cumplían centena y media
o siglo y medio del 5 de julio…
y el gobernador en plan de homenaje
solicita la elevación
de la
Casa-Cuartel
y el tamarindo
donde
descansaba
el General José A. Páez en Achaguas
a Casa Histórica Nacional de Páez
y Árbol Histórico Nacional
y a mi memoria trepa
el largo el perfil de la casa
de doña Evelia de Hernández
la dos puertas y las tres ventanas
y las tres claraboyas rectangulares
y ese perfil de las dos caídas de
agua
de la casa de doña Evelia
y uno sigue sin dar con el informante
que le devuelva la certidumbre
y me parece leer
en los labios
del general
algo así
en tono afirmativo
—La gloría está
en no ser
derrotado
¡nunca!
y mi cara de incredulidad
afectó la entereza del general
(parecía que mi pensamiento
rondaba su ser)
Y el general soltó
una risa y yo
más bien oí
la risa de un trueno
pero eso no fue lo que escribí
escribí que los leones también se
ríen
y lo borré y escribí que el general
a sus casi ochenta años
y en medio de la amargura del exilio
todavía era capaz de reír de vez en cuando
—Ya puesto Morillo
en marcha hacia Achaguas,
Bolívar sin pérdidas de tiempo
repasó el Arauca,
y mientras ejecutaba la operación
mandó que el coronel Muñoz…
—Muñoz ¿su compadre?
—Muñoz, mi compadre —dice Páez
…siguiese la pista al enemigo con la
Guardia.
¿Y qué pasó?
El día siguiente del cruce del río
y cuando marchábamos
por su
ribera izquierda,
camino de Occidente,
divisamos a alguna distancia de
nosotros,
e inmediato al hato de Trujillo,
un grupo
que por
la neblina
de aquella mañana
no podíamos decir
si era
de gente
o de
animales
en la
sabana.
Enseguida Bolívar
—Mandó hacer alto,
y adelantándome yo
por orden suya
reconocí que aquello era
un escuadrón que había salido
a recoger ganado…
—¡Claro en la guerra
los hombres también
son víctimas del hambre!
—¿Cómo? —inquiere Páez
—¡Nada mi general!
fijaba en los ojos
que Ud. topó
con un escuadrón
que salió a comprar
la carne como sale
mi vieja de madrugada…
y pues se enteró además
que el enemigo
ocupaba el hato ese
… de Trujillo
—Y me dio ganas de preguntarle
¿Y es que Ustedes
se movían así
sin un informe previo
de la inteligencia
o de lo exploradores?
—¡Ah, bueno! —añadió el general
resolvió Bolívar replegarse
a la
orilla del río
y repasarle de nuevo…
—Me imagino que la guerra
tiene sus propias exigencias
como las tiene el poema…
¿Por qué el retiro
y no el ataque?
—la Guardia ausente —ya te lo
comenté
y el resto de la caballería
que, al
mando de Rangel
y otros
jefes,
había ido a tomar a Nutrias…
(— ¡obrar por la espalda de Morillo!)
y, no teníamos fuerzas suficientes
de aquella arma
que oponer a las del enemigo…
(Yo también saco mis conclusiones
y veo el cuadro de desventajas)
—Continuamos pues
nuestra marcha
con rumbo a Occidente
por la ribera derecha del Arauca
hasta el
hato “Caraballero”
por donde volvimos
a esguazar el río.
De allí Bolívar se fue a Rincón
Hondo.
Yo con la Guardia seguí marchando
sobre Achaguas,
e informado por mis avanzadas
—que Morillo había destinado
una
sección de caballería
y alguna
infantería
a coger ganado,
mandé inmediatamente
una parte de la Guardia a
sorprenderlo.
y en ese lugar llamado “Sacra
Familia”
los encontró mi guardia
y una vez atacados
abandonaron
los animales recogidos
y con pérdida de alguna gente
regresaron a Achaguas
favorecidos por los matorrales
de que estaba cubierto el lugar.
Añade Páez un dato
que
Méndez Echenique
no ignorara en la magnifica
relación que ofrece
de las estadías de Bolívar en Apure
—Entretanto… —continua Páez
yo marché para Achaguas
a donde llegó Bolívar
después
de mandar
su
infantería al Mantecal.
De Achaguas salimos juntos
con dirección a Barinas,
y estando el ejército
reunido
en el hato de Cañafístola,
inmediato al paso de Setenta,
por dónde íbamos a cruzar el río Apure,
mandó Bolívar hacer alto
y me ordenó que fuese a Guasdualito
a prender al Coronel Nonato Pérez
y haciéndome cargo
de las
fuerzas que éste tenía,
trajese al ejército
más de quinientos caballos
que conservaba en dehesa.
Se discutía dos opciones
—Tomar a Barinas
o trasladar la guerra
a la
Nueva Granada
Páez dice que en relación
a Barinas,
Bolívar veía
en la expropiación del tabaco
una posible fuente de
financiamiento…
(¡Aja! el tabaco de Barinas
era uno
de los productos
de exportación)
en definitiva
—Estando ya en marcha sobre
Guasdualito,
llegó el coronel Jacinto Lara,
enviado por Santander,
y Bolívar recibió el parte
de los favorables resultados
de las operaciones en Casanare
y la buena disposición
de los
granadinos
a favor de la causa independiente.
entonces convocó una junta…
una junta presidida por Bolívar,
y los vocales
Anzoátegui,
Pedro León Torres,
Soublette,
Rangel,
Iribarren,
Pedro Briceño Méndez,
Ambrosio
Plaza
y Manrique
aprobaron unánimemente
el plan de trasladar la campaña
a la Nueva Granada.
—El día siguiente
de hallarme yo en Guasdualito
se me presentó Rangel
acompañado del entonces
teniente Juan José Flores,
—después general
y Presidente del Ecuador—,
con una esquela de Bolívar,
escrita de su puño y letra,
en la que me decía
que
Rangel le había informado
de mi
opinión sobre las ventajas
de ir a
la Nueva Granada
en vez
de dirigirnos a Barinas,
idea que él aprobaba
y que por consiguiente
le esperase en Guasdualito
para que yo entonces decidiera
cuál de nosotros dos
sería el jefe
que debía ir a la Nueva Granada…
Pero la historia
no es lo
que pudo
haber sido
—La historia
es lo que se demuestra
de lo sucedido…
Páez al parecer no se dio por
aludido.
jamás lo sucedido
es una copia tal cual de la letra
es mucho lo que queda fuera
y mucho lo que también se añade
fruto del razonamiento posterior
a lo sucedido
unos son los ojos
del momento en que ocurren las
acciones
digo de los protagonistas
otros los ojos que miran hacia atrás
y narran lo sucedido
—El 4 de junio estaba ya Bolívar
en el pueblo de Arauca
y el 11 del mismo mes
se reunió
con la división de Santander.
—De lo demás el general
no es testigo presencial
A mis oídos le tocó escribir
¡No!
¡no! lo que
dice
Baralt
y
Larrazábal
confeso queda el general
cuando narra que siendo
tarea suya conservar el Apure
y junto a ésta, el otro encargo
—llamar la atención del enemigo
por el camino de San Camilo a Cúcuta
saca a relucir el mismo cuento
de la campaña del Centro
—que para llegar a Cúcuta
había que atravesar
veinte leguas
de monte y barrizales…
—resolví entonces regresar a
Achaguas
a organizar mis fuerzas
y caer
sobre Guanare
con el objeto de impedir
que el general Latorre
pasara a
dar auxilio
a los realistas de la Nueva Granada
Y organizadas mis fuerzas
y ya en marcha a la altura del paso
del frío
en vista de los obstáculos que nos
oponía
las crecientes de los ríos
mandé que la infantería compuesta
de criollos e ingleses regresaran a Achaguas
y con sólo la caballería me dirigí a
Guanare…
—el 19 acampa a una legua del pueblo
La Cruz
—pero dado que en este momento
un escritor de Tinaquillo
y juntos a él, otros
debaten acaloradamente
pero sin el brillo
de las polémicas del siglo XIX
entre Juan Vicente González
y Antonio Leocadio Guzmán
de un hecho artesanal
más importante (según ellos)
que la misma
batalla
de Carabobo
ubicados leguas en distancia
de aquella premisa
en que la historia
es algo más
que la maestra de la vida
te obligan a tener presente
el registro de Páez
—los cazadores de Barinas
vestían un uniforme
igual al
de mis húsares
—Tío —déjeme quieto
déjeme escribir a mi gusto
porque cuando a Usted
lo afanan los quehaceres
domésticos
la señora inspiración
me abandona y por mucho
que yo le implore
no baja
y
entonces
la página en blanco
es poca amable conmigo
Busco la punta del hilo
y como el que oye
y sabe optar por lo bueno
después de examinarlo todo
pocas veces se pierde
retorno justo al punto
de inicio de la digresión
y sin ninguna dificultad
el otro, que también soy,
escribo al filo de la soledad
tal como si hablara con los amigos
en el Hotel Italia de Achaguas
o en la otra colección de bares
que con mi ausencia
desaparecieron de San Carlos
—sitiaron al pueblo La Cruz
y en hora de la noche vencieron
la resistencia realista
y de primero cuando entramos
en aquella casa de tejas,
cercada de tapias
a donde el enemigo fue a parapetarse
luego de abandonar la iglesia
por no ofrecer ventajosa defensa
nos recibió
una multitud de cadáveres y heridos
y el general acuden a una línea
del parte brindado por los sitiados
—“aquella casa
no estaba defendida
por tropas del rey,
sino por
un triste hospital
anegado
en sangre”.
—nos hicimos de muchas municiones
y de doscientos fusiles almacenados
Tengo que decirte
que en esta acción
se distinguieron
—por su bizarría y valor,
el general Torres,
el coronel Rangel,
el coronel Muñoz
y el teniente coronel
Laurencio Silva,
que fueron los primeros
que asaltaron las ventanas
con sus sables;
el coronel Carmona,
el teniente coronel
José María Angulo,
el teniente coronel
Jacinto Mirabal
y el teniente
Tomás Castejón.
(Páez me complica la vida,
perjudica mi inspiración
si este es el Laurencio Silva
que yo creo que es
entonces
Silva
no estuvo en Boyacá.
Pero me alegra mucho
saber que todos los días
debo aprender algo
Más tarde es probable
que algún libro de los míos
salte sobre mi escritorio
y despeje todas mis dudas)
Por ahora debo seguir
con la toma del dictado
—determiné entonces
retirarme hasta Achaguas.
El 3 de septiembre
se me
incorporó
el
comandante
Antonio
Díaz
con una escuadrilla de lanchas
cañoneras,
y sabiendo yo
que el enemigo tenía
en el puerto de Nutrias
otra de once lanchas armadas
y aparejadas
para bajar a reunirse
con las que estaban en San Fernando,
dispuse que Díaz
se situara con sus embarcaciones
en la boca del Apure Seco,
y que allí permaneciese oculto
para atacar de improviso
la escuadrilla enemiga
cuando viniera bajando el río…
Díaz se apoderó completamente
de las once embarcaciones enemigas
el 30 de septiembre
y por orden mía
Díaz bajó con su escuadrilla
a situarse en la boca
del río de la Portuguesa,
para impedir que por sus aguas
y las del Apure
recibieran
socorros
la plaza de San Fernando…
Díaz logró arrollarla
hasta el extremo
de tener el enemigo
que echar sus lanchas
sobre la ribera izquierda
de la Portuguesa,
y defender desde tierra
las embarcaciones
con la infantería que llevaba a
bordo.
Díaz regresó a Achaguas con sus
heridos,
habiendo perdido en este combate
a su segundo
el comandante M. Muñoz.
Se desprende —observa
el que escribe o la señora
inspiración
que para la altura
de
septiembre de 1819
Ud. abordaba una embarcación
una lancha o una canoa
o una curiara
en el Picacho de don Armando
y enrumbado aguas arriba
pasaba por lo que nosotros
conocemos de todos
esos alrededores de La Granja
y una vez alcanzada
la boca de Apure Seco
podía uno dirigirse hacia Nutria
o hacia el paso del Frío
o hacia el paso Enriquero
o por el contrario
bajar hasta San Fernando
o hasta el Orinoco
o internarse
por la boca de la Portuguesa
Cierra el año 19
aludiendo el general
que A principios de octubre
estado yo
en mi
hato de la Yagua,
el general Soublette
en su
paso para Angostura,
se me presentó
y me comunicó
que en Guasdualito
estaban
mil quinientos reclutas
al mando
del coronel
Justo Briceño,
y era disposición de Bolívar
que se pusieran a mis órdenes.
pero me sorprende
que nada dice Páez
de su encuentro
en Achaguas
con Bolívar
a los 75 días
que duró la campaña
de Nueva Granada
desde su inicio en Mantecal,
pero ya Argenis Méndez Echenique
bebiéndose conmigo
una botella de 18 años
en el Hotel Central
se encargó de demostrarme
al filo del documento
que El 28 de noviembre
Bolívar el presidente
llega a Guasdualito
y el 5 de diciembre
ya se encuentra en Achaguas
como se deriva
de la carta enviada
al Coronel Juan Antonio Paredes
indicándole del trato
que debe dispensarle a la recluta…
El Bolívar que visita a Achaguas
es el Bolívar vencedor
de
Pantano de Vargas
y de Boyacá
el mismo que se dirige
hacia Angostura
empecinado ahora
en convencer al Congreso
por el encanto de la palabra
de volver ley la unión
de Venezuela y la Nueva Granada
pero como no puedo decir
en que casa
o sitio
descansó
Bolívar
en Achaguas
si puedo decir
que durante
1819
el presidente
Bolívar
visita tres veces
a Achaguas
—así lo reseña
Argenis Méndez
en mayo
6
y mayo
13
y nuevamente
en diciembre 5
y es el primer
presidente
en ejercicio
de pisar
sus calles…
Anoto en entonces
en un descuido
de Argenis Méndez
—Al señalamiento de Páez
—De allí
Bolívar se fue a Rincón Hondo.
Yo con
la Guardia seguí marchando
sobre
Achaguas…
después de la acción
de Sacra Familia
yo marché para Achaguas
a donde llegó Bolívar
y De Achaguas salimos juntos
con dirección a Barinas,
es necesario observar
que antes de la salida hacia Barinas
el Libertador avanza hasta Caujaral
y está de nuevo en Achaguas
el 13 de mayo
y es entonces
cuando emprenden
la marcha hacia el Alto Apure
Es necesario detenerse
en aquel pasaje
referido al inicio del año 20
cuando Páez asevera
que
—El único movimiento
fue una marcha a Barinas
en el mes de enero,
encontrándome
en el
tránsito con Bolívar,
que venía de la Nueva Granada
con dirección a Guayana
subrayando particularmente
—Pasó una noche conmigo….
Esta referencia que él ubica
en el mes de enero
corresponde a diciembre
pues en atención
a los documentos promovidos
por Argenis Méndez
el mes de diciembre
Bolívar baja de la Nueva Granada
y avanza hacia Angostura
—pues, el 17 de diciembre
el Congreso acuerda la unión
de Venezuela y Nueva Granada
bajo la denominación
República de Colombia
por lo que pudiera inferirse
y no sin riesgo que la noche
que dice Páez que pasó con Bolívar
la pasaron en Achaguas
pero esto no más que una hipótesis.
La carta rotulada
en Pore, noviembre 22, 1819,
que Bolívar remite
al Vicepresidente Zea
despeja cualquier asiento de dudas
—Yo sigo mañana para el Apure…
y espero estar reunido con el
General Páez
en el Mantecal, o donde esté,
dentro de ocho o diez días.
Supone Bolívar que Páez
habrá retardado
en virtud de las órdenes dadas
la marcha sobre Calabozo
prevista para el 16.
—en el mes de enero
el itinerario es al inverso
del emprendido en el mes anterior
de Angostura marcha hacia Bogotá
y por el dato que cuelga
Argenis Méndez
en sus Trazos de la cronología de
Apure
al anotar que El Libertador
escribe en —1820, enero 22
Desde el Cuartel General
de la Isla de Achaguas,
al General José Antonio Páez
sobre las futuras operaciones
militares
que piensa realizar en Venezuela.
—abre el resquicio de la posibilidad
de aquél General encontrarse
fuera del territorio inmediato
que entonces ocupa Bolívar
y precisamente el comentario
que ofrece Páez
del encuentro con Bolívar
le informé de que el objeto de mi
marcha
ere el de proteger las guerrillas
que tenía obrando
por los llanos de Calabozo y San
Carlos
y la misma provincia de Barinas
al tiempo que mantenía
mis tropas en movimiento y actividad
Bolívar continuó su marcha hacia
Guayana,
y seguí yo hacía Barinas, cuya
ciudad ocupé;
mas, después de permanecer en ella
algunos días,
regresé a Apure por la vía de
Nutrias.
La aseveración de Páez
fijadora del encuentro
en el tránsito hacia Barinas
resta posibilidad
a la hipótesis barajeada
Hay otro hecho
poco tratado
y no completamente
develado
la muerte de la enamorada
mujer de Bolívar desde 1813
Josefina Machado
pues Alfonso Rumazo González
señala que
Llegada a la población de Achaguas
murió, sin que siquiera se sepa de
qué…
—pero no tan así
Ramón Díaz Sánchez
disipa oscuridades pero la claridad
no es total
y yo lo escuché de sus labios
en los días —en los que se comienzan
a vislumbrar
los destellos del triunfo patriota,
la dulce Pepita
hace su mutis definitivo
sin siquiera
poder
despedirse
del hombre amado.
—Roída por la tuberculosis, sintiéndose
agonizar,
piensa ella
que un cambio
de clima
podría
prolongarle
la vida
—y entonces viaja de la calurosa
Angostura
a las altas comarcas de la Nueva
Granada
el Orinoco la entrega al Apure
y ya en la llanura viaja Pepita
al paso de un manso caballo
—y finalmente, en medio de las
sabanas alucinantes
tiene que resignarse a ser conducida
en hamaca,
a hombros de peones llaneros.
En la sabanas quedan prendidos
sus toses y sus gemidos,
y las amapolas de sus esputos.
En Achaguas termina el viacrucis.
Allí, en las soledades de la
llanura,
asistida por su madre y su tía
y por alguna india piadosa,
muere esta caraqueña auroral
con la que se va para siempre
un jirón de la Venezuela de la
Colonia.
—Mujer bella, del mismo linaje del
Libertador,
su amiga desde la infancia
y su novia más o menos formal desde 1813,
a nadie hubiese extrañado
la unión de estos dos seres
identificados en las ideas y en el
sacrificio.
pero ¡Nadie ha reclamado
un monumento para ella!
Nadie —ni siquiera Fernando
Magallanes—
ha podido escribir en una plancha de
zinc
a la entrada de Achaguas
—Aquí murió Pepita Machado
el otro amor de Bolívar
tan entregado como él
a la constancia
No hay comentarios:
Publicar un comentario