La poesia y los días

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La escritura hija de los días. La que inventa al día, le da sentido y sustento y la que los días crean a su imagen y semejanza. Toda imagen que conmueva, que desordene los sentidos y sea capaz de convocar al desasosiego, al diálogo interior que es justificación de todo autor. La palabra que sobrevive, y en consecuencia, se distingue de la otra endeble, que cae al piso como hojas desmayadas. Posiblemente tendrá cabida otra tentativa: La que no provine de la experiencia personal; sino de la que se hace colectiva, nos elige de morada pero que nosotros no vivimos y llega como un eco de otro tiempo.

Ese será el acento de esta escritura, de allí su virtud y tragedia. No defenderemos ni una ni otra.

Frente a lo cotidiano y su contrario, habita el asombro; en este caso, la palabra que está por escribirse. No fumamos de lo concluido...

APUNTES IDEAS EJERCICIOS Y CRÓNICA DEL MÁS LARGO VIAJE DE LA UTOPÍA

lunes, 19 de marzo de 2012

La Habana son los castillos, el malecón, la bahía y los ojitos verdes de Iliana

Estoy como quien se cree entrando en la inmensidad
Paso a paso un deseo extraño abre sus puertas
¿Qué me entregó esta ciudad que no es mío y amo tanto?
¿Por fin cambié de amor?
¿Dónde andará?
Quien me daba noticias dijo adiós
¿En qué playa de la inmensidad de adentro la encontraré?
El olvido es eso
la cita que jamás sucede porque se evita
el cielo que partió y no se extraña
una palabra que alguien escribió y no reclama ausencia
el desgano lo que ya no deseo
una palabra abierta que no contenga ningún hecho
que contenga la nada
Es como la gaviota de esta mañana que no me dejó ver
el mar que yo quise mirar lento seguro de sí mismo
lleno de estrellas contorneándose con aire de jirafa
¿Quién que conozca a La Habana puede despedirse de ella?
la veo desde donde muere la tarde
desde donde nace este mar que mientan del malecón
Es normal que traiga de Europa
la imagen fugaz de un atardecer gris
¿Dónde yo vi esos ojitos verdes, vida mía?
Me sé de memoria todo el norte Italia
Hoy, sin embargo, quiero escribir sobre esta bahía
como quien escribe la última palabra
Vengo de otro descalabro, no es el primero,
fuego cruzado de la tristeza y la desesperanza
El olvido siempre será la imposibilidad hecha silencio
lo que dejamos atrás y desaparece sin huellas
la duración de la brevedad
el gesto que anuncia lo breve
¿Pero por qué Ud. en este estado se empeña en levantarme?
Por la mirada que pusiste de la acertada penetración, lo supe
justo allí cuando regresabas del Morro
y un barco de carga entraba a la Bahía
y los viajeros incesantes de Regla iban y venían
y menudas embarcaciones en caravana
y una gaviota a medio cielo
¿Recuerdas lo que me ofrendó el malecón?

El desborde de la inmensidad
el cabeceo de estrellas, su despunte,
el deseo conmovedor del agua
querer decir algo y no decirlo
cambiar de semblante como de vestido
¿Cuándo volveré a ver este mar como lo vi esta mañana?
 la cita que jamás sucede porque se evita
llega contigo en son de lluvia y playa
Y allí está La Habana tendida como la primera vez
¿Qué busco?
¿Qué deseo se anidó en mí?
¿Qué son le colocaron a mi nostalgia?
¿Qué descubro?
¿Será el mismo deseo de los piratas y corsarios?
Oigo la mar: será siempre el mar
y la ola viene y palpo la tierra mojada y con ella el deseo de partir

¡Amada La Habana! como ningún bolero de las Antillas
tiene la gracia de devolverte integra y eterna
al alcance de los sentidos desordenados
te imploro el poema
como se tiende la mujer la primera vez y entrega el desborde
dame todo lo que yo quiero de ti
ahorita mismo te declaro
ojito verdes de mi atardecer sin fin

 ¿acaso puedo decirte que tu rostro
me ilumina como el quemado de la Bahía que quedó en mí?
seguramente espejo de la lluvia
el que desee mirar al sol bailar su mejor son
que acuda a tu rostro

Si Ud. supiera que estas calles de La Habana
me mojan de mar y un deseo de cielo me inunda, llega
Por ti Ilona, la lluvia de esta mañana,
me reconcilió con quien es capaz aún
de estremecerse por el paso de una mujer

Lleva la seguridad de quien fue feliz anoche
                                                                     el poema

el viento rasga el mejor son de las antillas
por ti tendré otra razones de una nueva guerra
el último amor me dejó con vida
lo entreveo ahorita, La Habana querida,
siempre apetecida
                              Una descendiente de las amantes de Fernando VII
me contó
                que jamás en el reino lloraron como cuando tuvieron que abandonar la Isla en carrera

En lo adelante me declaro en disputa
y ese es el nuevo tono del poema
esta ciudad que no es mía
y como escondiéndose del mar
o provocando al mar
por tus ojos soy capaz de implorarle
la última palabra que yo pueda escribirte

como un rugo, una humilde declaración de amor

Por Ilona, que es la Iliana de ojos verdes
por su cara de manzana,
cuando escuchaste pronunciar tu nombre desde mi deseo
tú bien parada dentro de la línea de la vergüenza
aunque algo conmovida, luego

reclamo que además de las viejas mansiones de los conquistadores
del mojito y el daiquiri
La Habana vale estos ojitos verdes
esta cara de manzana
y esta vocación inconmovible de señora
que tan sólo yo conozco

La Habana es el rostro de una mujer que no se entrega
un cuerpo indócil para el tipo que no es el suyo
el costado de un mar poblado de lindas edificaciones coloniales
Esta es la fundación moderna de La Habana,
que por Ud., mis ojos verdes, alojo
allí donde se siente demasiado lo bonito

Así como una mujer tendida la primera vez,
toda entregada al deseo de un hombre


                                                como cuando se quiere
como cuando no se sabe olvidar
el poema llega y se reparte

piénselo bien Iliana, yo me merezco también la gracia de tu cuerpo
una noche de amor inolvidable en La Habana, cerca del Morro, junto al mar

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