La poesia y los días

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La escritura hija de los días. La que inventa al día, le da sentido y sustento y la que los días crean a su imagen y semejanza. Toda imagen que conmueva, que desordene los sentidos y sea capaz de convocar al desasosiego, al diálogo interior que es justificación de todo autor. La palabra que sobrevive, y en consecuencia, se distingue de la otra endeble, que cae al piso como hojas desmayadas. Posiblemente tendrá cabida otra tentativa: La que no provine de la experiencia personal; sino de la que se hace colectiva, nos elige de morada pero que nosotros no vivimos y llega como un eco de otro tiempo.

Ese será el acento de esta escritura, de allí su virtud y tragedia. No defenderemos ni una ni otra.

Frente a lo cotidiano y su contrario, habita el asombro; en este caso, la palabra que está por escribirse. No fumamos de lo concluido...

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lunes, 26 de marzo de 2012

De la única manera que puedo ser feliz en los aeropuertos


¿Desde cuándo ambicioné esta vida? ¿Desde cuándo me parezco a éste ser más pequeño de lo que soy, abandona un avión, descansa en un aeropuerto o pasa la noche en una ciudad desconocida, receloso de la habitación que le asignaron, distrae el cansancio, sale a las avenidas, las tiendas de libros, los museos, las bibliotecas y los bares? Me agrada sentarme frente a las avenidas, visitar un café y seguir el tono de la conversación cotidiana, contemplar el paso de las mujeres agradables y entre sus rostros desconocidos, el de mi amada... ¿Desde cuándo busco similitudes entre pueblos que se creen distintos? Las diferencias no son tan profundas: algún olor, algún sabor, alguna nota dedicada a una tierra en particular pero que nos sugiere la nuestra, la que heredamos de nuestros padres, la manera de usar y atribuir poderes mágicos a la palabra, un par de ojos que nos abre la puerta del cuarto más íntimo sin la mediación de otros recursos, el frente de las casas y la manera de distribuirlas a lo largo de una porción determinada... Eso repite la experiencia humana, la singulariza en un reino: el del único ser capaz de moldear el destino a su ambición... Sí, algunas veces me siento extraño en tierra ajena, pero cuando veo bien, me encuentro con un abanico de mis raíces: esas mismas diferencias fueron creadas artificialmente y son más propias del ámbito del egoísmo que debe quedar atrás.
¿Algunos trozos de la historia épica de los pueblos también no son idénticas? Lo ponen de manifiesto los oradores del calendario patrio.
En otros ríos, veo los míos, el Arauca y el Apure. Un acabado de las viejas manisones de San Carlos de Austria, lo detallé identico en Madrid.
En casi todos los lugares la gente se queja de lo poco que gana: Un deseo de partir hacia otros rumbos pareciera ser el anhelo común de América y Europa: ¿Es nuevo acaso eso de la tentación de la aventura? Una le reparo a ambos mundo, el Viejo y el Nuevo, la existancia de cada uno. 
Si me diera por escribir una novela, ese sería el terma central: ese deseo de explorar, de recorrer, de conocer, de marcharse, de dejar de ser uno para comenzar ser otro ser.
¿Desde cuándo esta angustia me gobierna?
Dichoso el que puede argumentar una razón. A veces no poseeo a mano un encendedor y los nuevos atardeceres me sorprenden.
Lo curioso de esto, entre el andar desesperado de la gente, detenerme en el contorno de unos ojos que  roban mi deseo de vigilarlos, en los aeropuertos incluso, mientras aguardo el avión, o la plaza, el bulevar o el bar, aprendí a leer y a seguir disfrutando mejor de los libros...
Cuando no puedo escribir, el deleite supremo y el único vínculo que mantego con la realidad, acto con el que puedo distinguir lo real, los hechos de los hombres, en sus dos rostros, la noticia y lo trascendentral, con el otro de la falsedad o el más maravilloso, el de la imaginación; ahora, este nuevo estado de mi ser, aprendió a sustutuirlo por el acto emocionante de la lectura: Me empuja un reto agradable: terminar apartado de la experiencia personal que sustenta o justifica al autor: esa siemple será una limitación a tomar en cuenta. El mundo es más que una opinión.
Más allá de la escritura, la vida tiene un encanto parecido, el de la lectura...
Leer siempre, en todos lo lugares, será un acto noble y otra manera de no interrumpir el oficio del escritor.
Me he convertido en un esclavo de este oficio. Por más que intenté postergarlo, siempre me tendió la mesa bien servida, acompañada de mis platos favoritos y del buen vino...
¿Desde cuándo ambicioné esta vida? No tengo conciencia de ese asunto: Jamás me lo propuse. Avancé hasta ese camino que siempre supo brotar a mi paso guiado de eso que mientan felicidad...
La amargura es tambíen una opción; si inevitable en una ocasión, deben dejarse que avance.
Ahora puedo decir que ni siquiera un viaje de quince o tantas horas de avión amargan mi existencia: ni la espera en los aeropuertos, ni las molestias de la requicia, ni la tentación de cruzar y sentarme en una plaza ajena a mirar el paso de la gente: Si nada tienta a mis sentidos, abro un libro y sigo siendo yo en mi única posible cricunstancia...
El atardecer de hoy fue muy gris para mis gustos...

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