CARABOBO IV
Hablan dos Oficiales Realistas
“TODO,
TODO PARECÍA SE HACIA ADREDE,
Ó HABÍA UN DESEO DE ERRAR”
(Crónica)
Miguel Pérez
¿Puede mencionar su nombre?
—Josef Rodríguez Rubio.
¿Ud. se reconoce descendiente
del Sr. D. Manuel María Rodríguez Rubio?
—Sí, soy su hijo.
¿Ud. reconoce ser el autor de la carta
fechada en Puerto Rico el 30 de Julio de 1821
que la Gaceta de Caracas, Núm. 14,
del Miercoles 12 de Septiembre de 1821
inserta íntegramente en el Fol. 55?
—¡Sí! Yo soy el autor.
¿Lo jura Ud. por el rey y por Dios?
—¡Lo juro
por Dios
y por el Rey
que yo soy su autor!
En la carta se dice
que Ud. llegó a Venezuela
formando parte
de la invasión de Pablo Morillo?
—En carta digo
que yo llegué a Venezuela
formando parte
de las tropas de Pablo Morillo.
¿Ud. estuvo entre los heridos
de la reacción
contra el General Bermúdez
al mando de Morales?
—¡Así está registrado en mi carta
pero de otro modo!
¿Ud. además se declara
víctima
del mando despótico de Morillo?
—¡Así está registrado en mi carta
pero con otras palabras!
En la versión que presenta
la Gaceta de Caracas;
después de la fecha
y de la identificación del remitente…
¿Cómo se llama su padre?
—Sr. D. Manuel María Rodríguez Rubio.
Le decía que después
del registro del destinario;
a reglón seguido aparece la oración
Mi amabilísimo
y querido Papá de toda mi alma…
¿De esta manera Ud. suele
dirigirse al Sr. Rodríguez Rubio
en las comunicaciones privadas?
¿La versión de la Gaceta de Caracas
es copia fiel
del original
de su puño y letra?
—No leído la versión de la Gaceta…
pero si así está escrito en su folio,
y de acuerdo
a los fragmentos
promovidos por Ud.
es copia fiel de mi original.
En versión de la Gaceta de Caracas
Ud. primeramente le dice a su padre
—el 27 del corriente llegó á Puerto Cabello
la expedición del General la Cruz,
y con ella recibí la apreciabilísima
que V. me hace con fecha de 11 de mayo…
¿Ud. admite haber recibido
una carta el 11 de mayo?
—Sí, lo admito.
¿Lo jura por el Rey?
—¡Por Dios y por el Rey!
—Al leer V. la fecha de ésta,
se admirará de hallarme en esta isla;
pues vaya una narración
de mi suerte
y una sucinta idea
de lo ocurrido en Venezuela,
hechos todos certísimos
que con la confianza,
hija de un hombre bueno,
debe V. darle asenso y cuantos lean ésta.
¿Ud. admite que entre el original
y la versión de la Gaceta de Caracas
no existe diferencia de forma y fondo
o en la colocación de una coma o punto?
—Para contestar lo último
debe Ud. permitirme leer el fragmento
que acaba de citar.
Pero en general…
yo reclamo la autoría de ese fragmento
que Ud. acaba de leer…
(El inquisidor lee con despacio
le versión de la Gaceta de Caracas)
—El 28 de Mayo rompieron el armisticio
las frenéticas proposiciones
que hizo Bolívar al General la Torre…
¿Puede Ud. mencionar cuales fueron
esas proposiciones que hizo Bolívar
al General la Torre?
—pidiéndole que se licenciase
la mitad de las divisiones de Vanguardia
para él hacer lo mismo con parte
de su egército
en atencion á que su mucha fuerza
no podía sostenerla el país que pisaba…
Digamos que en segundo lugar
—interrumpe el inquisidor
y se queja de una palabra
que resulta ilegible
en la versión de la Gaceta de Caracas—
propuso al General la Torres
—le entregarse la plaza de Cumaná,
igualmente que la provincia de Coro;
y á este tenor otras muchas invectivas
con solo el objeto de romper el armisticio
y dorarlo con esta política aparente.
¿Le pertenecen a Ud. estas palabras?
¿Ud. asume
que estas frenéticas proposiciones
rompieron el armisticio?
—Con este motivo se declararon las hostilidades,
y se esperaba por ambas partes el día 28
que era el plazo de los 40 días detallados.
—Yo asumo que así lo escribo a mi padre.
Después del punto y seguido,
en la carta se lee: —En este medio tiempo
seducen con reserva y sagazmente…
¿Puede expresar a que se refiere Ud. en la carta?
—En este medio tiempo
seducen con reserva
y sagazmente
la plaza de Maracaibo,
y ésta espontáneamente se subleva,
arrojan de ella su corta guarnicion
con pretexto
de atacar algunas
partidas enemigas
que se hallaban al frente,
y levantan la voz de viva Colombia;
sin efusión de sangre
por parte alguna celebran su buen éxito,
respetan las vidas de los europeos
(pero no sus propiedades)
y sin demora
mandan
una división
como de 1000 hombres
á la provincia de Coro á invadirla,
y efectivamente lo logran
sin tirar un tiro,
pues las tropas que había en ella
eran del mismo suelo,
y cuyos soldados se fueron á sus casas.
¿Qué le agrega Ud. en la carta
al cuadro anterior?
A todo esto… —Ud. le informa a su padre…
—A todo esto nuestro egército
tenia la tercera division
en el pueblo de Bailadores,
con orden su comandante
de replegarse á Trugillo
y de allí á San Cárlos;
esta retirada se efectuó
con mucha bageza,
pues no se disputó al enemigo
ningun paso en mas de 60 leguas;
y su Comandante D. Josef Tello,
á pesar de estar
cuando se rompió el armisticio
en el pueblo del Tocuyo,
no hizo lo que debia,
y asi el enemigo logró
pisar
los pueblos que queria.
—En este mismo tiempo
—Ud. le indica a su padre—
se hallaba
la quinta division
al mando
del coronel Herrera
en Guanare:
esta columna
de mas de 1000 hombres,
bastó saber
venian los enemigos
de la ciudad de Barínas,
cuando á marcha forzada
se retiró á San Cárlos:
la division de Vanguardia
á las órdenes
del brigadier Morales
se hallaba
en los Llanos de Calabozo
con 5000 hombres.
Inmediatamente Ud. añade
—Como el punto de San Cárlos
era tan cargado de fuerzas
mandó la Torre
marchase
á San Cárlos
el segundo de Valencey
y la mitad de la caballería,
abandonando la Vanguardia á Calabozo,
y marchando el resto á tomar á Caracas,
cuya ciudad
habian invadido los enemigos
de la provincia de Barcelona
á las órdenes del General Bermúdez.
A partir de aquí
Ud.
aparece como protagonista
—Efectivamente marchamos,
y Morales bate
el 24 de Mayo
á Bermúdez
á un día de la capital,
y repuestos con la tropa
que tenían allí,
siguen su retirada
hasta dos días
de camino
en el pueblo
de Guarenas
en donde se fortificaron:
seguimos con 1800 hombres
á aquel punto,
los atacamos
y nada mas
que muchísima pérdida conseguimos,
tanto que el 14 de Junio
quedó grabado para siempre
sobre mi tercera costilla
del lado izquierdo,
que la descubrió
unos tres dedos
una bala de fusil,
pero no penetró ni me fracturó;
y habiéndome
casi
dislocado el hombro derecho
con una fuerte contusion,
tuve la fortuna
de irme á Valencia
con los demás heridos.
En este estado quedó la division
y marchándose Morales
á reunirse con la Torre
á la sabana de Carabobo
en donde se hallaba reunido
yá
todo nuestro egército,
dejó al frente de Bermúdez
al Coronel D. Josef Pereira.
¿Está Ud. conforme
con esta versión de su carta
que ofrece la Gaceta de Caracas?
¿Tiene alguna objeción?
—No, estoy conforme.
Eso fue lo que yo le escribí a mi padre.
De manera enfática,
Ud. escribe preso del asombro
—21 dias, querido Papá,
estuvo el egército
campado
en dicha sabana;
de suerte
que este tiempo
dio lugar
á que ellos reuniesen
hasta las partidas
mas remotas:
todo, todo parecia se hacia adrede,
ó habia un deseo de errar.
¿Así lo escribe Ud. a su padre?
—Así lo escribo yo a mi padre.
¿Puede Ud. reconstruir de memoria
la narración que ofrece de la batalla?
—El 24 del pasado
por fin
entra el enemigo
por los desfiladeros
de su izquierda;
y emboscados
logran
que batallon por batallon
vayan á su posicion á batirlos,
resultando al fin batirnos en detall,
mientras que parte de su caballeria
nos envolvia
y cortaba
por nuestro flanco izquierdo,
siendo
en conclusion
disperso todo el egército
en todas direcciones,
y retirándose en masa
solo el valentísimo
batallon 1.º de Valencey
con dirección á Valencia,
y sin pararse en dicha ciudad,
pues aun en ella
estuvo
muchas veces envuelto por los enemigos…
Déjeme decirle que no sé
si más bien leo lo que acabo de oír
de su confesión…
Ud. acaba de decir
o yo acabo de leer
que no se detuvieron en Valencia
¿Hacia dónde marchaba
el ejército en retirada?
¿Hacia Caracas?
¿Con qué se toparon Uds. en Valencia?
—sigue á Puerto Cabello
favoreciendo
las reliquias del egército
y los muchos emigrados
que habia allí
de toda la provincia;
bien que asi
de unos
como
de otros
quedaron
muchísimos
abandonados
por no tener bestias
y por no haber sabido
la derrota
hasta oir los tiros;
de suerte
que el 25
amanecimos
ya en Puerto Cabello,
sin poder salir á media legua de alli…
¿Cuántos entraron con Ud. en Puerto Cabello?
—Como que en mi concepto
nos juntaríamos
algunos 3,000 hombres
en un perímetro
tan corto
y tan mal sano,
muy pocos víveres
y cerca de 500 heridos y enfermos…
Pues, bien, la pregunta obligada
¿Cuál fue la primera medida tomada La Torres?
—empezó la Torre
a dar pasaporte
al que quería de los paisanos
y á los militares
heridos ó inútiles,
y efectivamente
salió el 29
un convoy
para Curazao
de cerca
de mil personas,
y el 8
del corriente
otro…
—“otro para esta isla”
refiriéndose a Puerto Rico…
¿con algunas 2,000 almas?
—con algunas 2,000 almas.
¿Y Ud. como llegó a Puerto Rico?
—Yo aprovechándome
de mis heridas
lo solicité
y logré
con el objeto de curarme aquí…
Alude Ud. al pasaporte;
¿Cuánto tiempo prevé pasar en Puerto Rico?
—estaré hasta Febrero,
cuyo tiempo intermedio
necesito
para recoger mis ajustes
que llegan á 8,000 pesos,
… pasando añadir
Ud. de forma inesperada
seguido a la pausa
menor que el punto
—con que perdida ya,
como lo está real
y verdaderamente
Venezuela,
debe V. contar
positivamente
con que estaré
en esa
lo mas tarde por Marzo,
y quizás si viene
Belen
por Setiembre ú Octubre
me anticiparé.
En el siguiente párrafo
explica a su destinatario
que la única manera
de acceder al pasaporte
—Lo cierto
es
que si quiero pedirlo
será como inútil en accion de guerra.
“No dejan ir á ningun oficial sin hallarse inútil;”
y puesto que
“todos mis crecidos bienes se disolvieron,”
—infórmese V.
como anda
el sueldo
de los retirados
que se hallan
agregados
al E. M.
de esa plaza;
pues si anda bien,
lo solicitaré para ella,
y si no,
con viveza
escríbame V.
para ir de otro modo.
El párrafo final
no tiene
desperdicio, aunque luce
como una carga del despecho
—Si D. Pedro de Juan,
padre de un oficial
que ahora está aquí,
le exigiese leer esta,
no tenga V.
reparo
en mostrársela;
y si alguno le preguntare,
por qué se ha perdido Venezuela?
digales V.
que por
el despotismo,
desprecio,
robos
mal tratos
é impolítica
con que desde el General
en gefe D. Pablo Morillo,
como casi toda su expedición,
trató á cuantos pisaban á Venezuela,
tanto criollos como europeos,
tropas y demás dependientes,
á todos,
á todos se les tiranizó
maltrató y robó,
siendo uno de ellos,
y de los que no
les sirvieron
sus méritos
pecuniarios
ni personales
su afectísimo hijo
que le quiere muchísimo,
igualmente que á mamá,
y les B. S. M .
Josef Rodríguez Rubio.
Esta carta, junto a la de J. M. de Juan,
dirigida a
—Mis queridos
y respetados padres,
precedidas
por la —exposición que el General Morillo
ha dirigido á su Gobierno
despues de su regreso á Madrid,
integra la sección que la Gaceta de Caracas,
titula “Pequeño triunfo
de la razón y de la justicia”.
De las dos primeras se advierte
que su autoría corresponden
a —dos oficiales españoles
que lograron salir
de Puerto Cabello á Puerto Rico,
interceptadas
en un buque apresado
por nuestros corsarios…
“las publicamos sin notas ni reflexiones”
Y en cuanto a la Exposición
—que ha llegado á nuestras manos sin fecha…
La carta de J. M. de Juan
está fechada en Puerto Rico
y es de Julio 24 de 1821.
A su queridos y respetados padres
el oficial J. M. de Juan
desde cierto ángulo
de complacencia
le manifiesta que
—se han visto cumplidos
mis pronósticos
sobre la surte de Venezuela:
una accion bastante desgraciada
por nuestra parte
acaba de decidir
la total posesión
de ese vasto país
por los enemigos,
no quedando mas
que el rincón de Puerto Cabello,
en donde
se han refugiado
los restos de nuestro egército,
justamente
con todos
los habitantes adictos
á nuestro partido de toda la provincia.
—No sé como explicar
á ustedes
el gozo que experimenta
mi corazon
al verme separado
de un suelo
en donde
no se experimenta
mas que calamidades,
y libre del despotismo
de gefes
cuya existencia
no labra mas
que la ruina
de sus semejantes;
pues habiendo obtenido
el pasaporte para la Península,
he tenido que trasladarme
á este puerto
á toda prisa,
habiendo perdido
equipage,
dinero ahorrado
que tenia,
caballos
y demas;
pero he encontrado
excelente hospitalidad…
—¡Qué diferencia de aspecto
presentaba ese desgraciado país
hace cuatro meses!
pero la malignidad,
la ignorancia
y sobre todo la inaccion
en que pasaban nuestras fuerzas,
miéntras que los enemigos
incansables
en sus proyectos
se han sabido aprovechar
de los mas mínimos instantes,
realizando en un día
el inmenso trabajo de 10 años,
hemos visto con dolor
las fatales consecuencias
que lo han conducido
á su última destrucción y desgracia.
Mi pluma no puede alcanzar
á hacer un detall
de los sucesos
desgraciados
de Costafirme;
pero á la voz
enteraré
al mundo entero
si fuese posible
de las causas
que han producido
tan horrorosos efectos.
El remitente advierte a sus padres
“voy en clase
de retirado agregado
á la plaza de Cádiz”
y le sugiere al padre
que si desea una mayor información
—Vea á D. Manuel Rodríguez Rubio
que vive en la calle del Horno quemado,
casa núm. 104, padre de un compañero mío
que ha llegado á esta conmigo…
J. M. de Juan
Como quiera que ambos oficiales
no ven sino exclusivamente
en el desastre de Carabobo
la incompetencia de sus jefes
y el manejo despótico,
esa noche sobre el canto del gallo,
hice algunas anotaciones
de la exposición que el General Morillo
ha dirigido á su Gobierno …
El general dice abandoné a Venezuela
después de —encargado del mando
del ejército expedicionario de Costafirme
que estaba á mi cargo
al Mariscal de campo D. Miguel de la Torre…
La Exposición de Morillo
tiene por objeto
seguir reclamado
que su gobierno
—continúa olvidando
á unos soldados
que han llamado
la admiración del mundo
por sus virtudes y heroísmo,
que son tan dignos
del reconocimiento nacional.
declarando estériles todas
las gestiones realizadas
todos los informes presentados al Ministerio
desde que llegó de la Metrópolis
a conforme lo sugiere su queja
—no he podido
fijar la atencion del Gobierno
sobre la parte de la América
que me estaba confiada.
Resulta muy curiosa la estimación
de Morillo sobre el enfrentamiento
de la España Ultramarina contra la Metrópolis
al comentar en los términos
de —la desigual lucha en que me ha visto
[La Europa]
comprometido desde el año de 1815…
El General Morillo deja constancia
que en esta oportunidad
como en todas las circunstancias
— el bien
de mi patria
y la gloria
de la Nacion
y del Rey
han guiado siempre mi conducta.
Y luego describe el cuadro complejo
de la España Ultramarina
que complicó sus planes
—Una tierra devastada,
empapada en la sangre
que había derramado
el furor de los partidos,
pueblos desiertos ó reducidos á cenizas,
el comercio
y la agricultura destruidos,
y las principales fortunas disipadas,
no podían ofrecer auxilio ninguno
para mantener
la fuerte división de mar y tierra
que llegó conmigo á la costa de Venezuela…
Por lo que a su juicio, no tardó encontrarse
—todos envueltos en la mas horrorosa miseria…
Lo que le da pie para la reiteración
que —lanzados todos nosotros
al otro lado del Océano,
vimos con dolor
acercarse
el momento
de nuestro total
exterminio
por el culpable abandono
á que se nos dejaba entregados.
Y en estas condiciones no sólo
estaban obligados a bregar
—contra los numerosos enemigos
que por todas partes se levantaban
desde la insurreccion de Margarita;
sino que además Morillo contabiliza
que —Bolívar
con la expedición
que formó
en los Cayos
de S. Luis,
llevó nuevamente la guerra á Venezuela,
y abrió el sangriento teatro de combates,
que con tanta gloria de las armas españolas
se ha sostenido hasta la época del armisticio,
en cuyo tiempo —expone Morillo,
el ejército expedicionario siguió—
— luchando
no solo contra
los habitantes armados,
sino contra mas de 8,000 ingleses
que desde la batalla de Waterloo
pasaron á seguir la causa de los disidentes…
y prácticamente sugiere el General Morillo
que esa proeza del ejército expedicionario
demuestra —lo que puede la lealtad
y constancia de los soldados españoles.
en aun de encontrase en el estado orfandad,
objeto de la protesta.
El general Morillo le informa a su gobierno
que —Allí existen todavía
los restos de 7,000 hombres
que desembarcaron ha mas de seis años
con la precisa condición
de ser relevados
á los tres de campaña…
insistiendo una vez más en su petición
que se —atienda su crítica situación,
y los salve, á lo menos,
en premio de sus servicios.
La cifra indicada por Morillo
es objeto de impugnación
por el redactor de la Gaceta de Caracas
—Puede haber aquí equivocación del pendolista,
pues no hay duda que el General Morillo
trajo consigo mas de 10,000 hombres,
y que la expedición del Brigadier Canterac,
que también
quedó
á las ordenes de aquel General,
se componía
de 3,000 y pico
de hombres.
Resulta, pues,
que el total
de su fuerza está disminuido en su mitad.
El general en continuidad de su inventario
asevera que —Apenas quedan 2,000 europeos
de los que han podido
sobrevivir
á los combates,
á las fatigas
y á la influencia
del clima…
Y le subraya al Ministerio
al que va dirigida su exposición
en términos muy dramáticos que
—sin sueldos,
sin recursos,
y casi
sin esperanzas
de salvarse,
el General la Torre
y el ejército de su mando
esperan con mi venida á esta capital
el término de sus males,
la resolución
que
ha
tanto tiempo
exigia el estado de aquel ejército.
Con la astucia de un experto litigante,
cuelga la advertencia en su protesta,
al solicitar del Ministerio al que se dirige
—que estas deliberaciones no se retarden
para ahorrar víctimas
y sacrificios inútiles,
que estando en contradicción
con nuestros principios
y con la filantropía del Gobierno,
presentaran al mundo
efectos
de una indolencia
que no es posible
se continúe
bajo el imperio
de la justicia, de la razón y de las leyes.
Finalmente el General ratifica
que de no lograr la atención del Gobierno
sobre el asunto expuesto
—yo no cesaré de molestar
la atención de V. E.,
y del Rey constitucional
á favor del heroico ejército
que he mandado:
haré conocer á la Nacion
el interes que me anima
para que se atiendan sus servicios
y se salven aquellos veteranos
del furor de sus enemigos;
y cuando nada consiga,
habré ilustrado
á mis conciudadanos
sobre el estado de la guerra de América,
y mis antiguos soldados
de Costafirme,
y los beneméritos habitantes
conocerán los esfuerzos
que ha hecho su General
para conseguirles el reposo
que tan justamente se les debe.
Esta acción de Morillo
habla bien de sus cualidades de jefe militar
en cuanto acción moral
o compromiso
encierra
con sus subordinados
y colaboradores,
al abogar
en las más altas esferas
del gobierno del Rey
por —la suerte del ejército
y la de los buenos
y leales habitantes
comprometidos,
tan dignos por todos títulos
de la consideración,
agradecimiento
y cuidado del Gobierno.
Estos tres documentos obligar a colegir
sobre le estrechez de mira que acompañan
a muchos historiadores al ocuparse
de la guerra entre los peninsulares
y la América de España.
Morillo pone de manifiesto
el papel determinante
del factor económico.
Atribuye al fracaso de su expedición
a la poca atención que recibió
del gobierno del Rey.
La mucha o poca razón que animan
a los dos oficiales en sus cartas
de atribuir al manejo despótico
de sus jefes (Morillo y La Torre)
la derrota de Carabobo
queda desdibujada en este contexto
expuesto por el general Morillo.
Pero ambas comunicaciones,
de ambos oficiales realistas
mantienen apego al libreto
del arte de guerra.
J. M. de Juan destaca sobre
el desempeño del Ejército Libertador
que —los enemigos
incansables
en sus proyectos
se han sabido aprovechar
de los mas mínimos instantes,
realizando en un día
el inmenso trabajo de 10 años.
Mientras que Rodríguez Rubio
lega la más universal e imperecedera
de todas las consideraciones
que puedan esparcirse
de la batalla de Carabobo
cuando dijo en relación
de las fuerzas realistas
—por fin
entra el enemigo
por los desfiladeros
de su izquierda;
y emboscados
logran
que batallon por batallon
vayan á su posicion á batirlos,
resultando al fin batirnos en detall,
mientras que parte de su caballeria
nos envolvia
y cortaba
por nuestro flanco izquierdo,
siendo
en conclusion
disperso todo el egército
en todas direcciones,
y retirándose en masa.
¡Suponemos que esta es la esencia
del arte de la guerra!
Por lo menos lo es de la política.
Una visión más localista
la brindan los versos
de Eduardo Hernández Guevara
consagrados al Negro Primero,
“Carbón de radiante luz”,
que yo me aprendí de memoria
cuando la escuchó una noche
en el bulevar de San Fernando
de los labios de su autor:
—Al campo de Carabobo
llegó por los cuatro vientos,
como la furia del mar,
toda la furia del pueblo:
Relámpagos del Oriente,
iluminaban el cielo;
el farol del Catatumbo,
llegaba con sus reflejos
y llegó como una tromba
el ventarrón avileño.
Fauces de un dragón herido
el mortal desfiladero
donde levantó el coraje
una muralla de muertos
mientras “Los Bravos de Apure”
con remolinos de acero,
desgarraron para siempre
las banderas de un Imperio.
En esta oportunidad
quiero convocar la atención
hacia la posible desembocadura
de estos tres versos
de Hernández Guevara:
Al campo de Carabobo
llegó por los cuatro vientos,
(…)
toda la furia del pueblo.
No obstante amella un tanto
el monopolio exclusivo
que adjudica
a “Los Bravos de Apure”.
En su exposición; Morillo
menciona —los numerosos enemigos
que por todas partes se levantaban;
—los habitantes armados.
Suponemos que esta
es
una sola sustancia
nombrada con calificativos distintos.
En definitiva Bolívar triunfó en Carabobo
porque encontró quien lo acompañara
en ese inmenso desafío.
Pudo multiplicarse en muchos hombres.
Y pudo vencer porque en definitiva
no peleó en el sitio en el cual el enemigo
lo esperaba al bajar de las alturas de Buenavista.
Lo hizo por donde el enemigo no lo esperaba.
Quien se detenga pensar en esto
fácilmente puede entender porque la oposición
en 20 años no ha podido derrotar al chavismo.
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