La poesia y los días

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La escritura hija de los días. La que inventa al día, le da sentido y sustento y la que los días crean a su imagen y semejanza. Toda imagen que conmueva, que desordene los sentidos y sea capaz de convocar al desasosiego, al diálogo interior que es justificación de todo autor. La palabra que sobrevive, y en consecuencia, se distingue de la otra endeble, que cae al piso como hojas desmayadas. Posiblemente tendrá cabida otra tentativa: La que no provine de la experiencia personal; sino de la que se hace colectiva, nos elige de morada pero que nosotros no vivimos y llega como un eco de otro tiempo.

Ese será el acento de esta escritura, de allí su virtud y tragedia. No defenderemos ni una ni otra.

Frente a lo cotidiano y su contrario, habita el asombro; en este caso, la palabra que está por escribirse. No fumamos de lo concluido...

APUNTES IDEAS EJERCICIOS Y CRÓNICA DEL MÁS LARGO VIAJE DE LA UTOPÍA

miércoles, 30 de mayo de 2012

Job miente, señor

Sucede el día porque la tierra gira sobre sí misma y se traslada alrededor del sol. Se dice noche a la porción no iluminada. Una vuelta completa sobre su eje imaginario quiere decir un día, doce horas de sol, más otras doce de oscuridad. A esa simultaneidad se le llama hemisferio. Volver ocupar un mismo sitio en el espacio, tarda un año. Seis meses, quiere decir media vuelta. Tres meses, un cuarto de recorrido: Cambio de paisaje, pues.
Dos veces al año se dan los casos, en que los días tienen la misma duración de las noches y otras dos veces, en que los días son más largos que las noches. Pero esto no se repite como un evangelio en todos los puntos. Alrededor de la cintura, del disco mentado Ecuador, día y noche, duran lo mismo. Llueve todo el año. Más allá, como la luz del sol no tiene la misma inclinación, acontecen dos tiempos: sequía y lluvia. Esta porción recibe el nombre de trópico y se reparte equitativamente por encima y por debajo del disco central. Así tenemos el trópico de Capricornio y el trópico de Cáncer y es también la diferencia entre lo ecuatorial y lo tropical, entre donde llueve todo el año y entre donde hay un tiempo sin llover y otro de lluvia.
Sabia la tierra en sus dos movimientos de rotación y traslación.
Sucede el 21 o 22 de junio, un día sin noche, lo cual quiere decir, Sol de medianoche. Es el inicio del verano en esa porción, hasta allí donde habitan los osos polares, mientras que por debajo del Ecuador, acontece la noche más larga, esta porción que abarca hasta allí donde viven los pingüinos.
El 21 o 22 de diciembre ocurre el día más corto en el norte. Es invierno mientras en el sur sucede la noche más corta. Es verano.
Solsticio quiere decir: Sol quieto. Que cae verticalmente sobre el trópico.
Equinoccio: Los días son iguales a las noches: el sol se posesiona sobre el disco del Ecuador. Ocurre también dos veces al año: del 20 al 21 de marzo, equinoccio primaveral en el norte, de  otoño en el sur. Del 22 al 23 de septiembre, equinoccio otoñal en el norte, primaveral en el sur.
La consumación del solsticio de invierno, más el equinoccio de primavera, suman seis meses, hasta el solsticio de verano, nueve. 12 hasta el equinoccio otoñal.
Cada tres meses, la tierra cambia radicalmente de rumbo y de traje.
Un año es la vuelta completa de la tierra alrededor del sol. Llamamos a éste el movimiento de traslación.
La prueba del movimiento sobre sí misma, los proporcionan el día y la noche.
No es el sol el que se oculta: es la tierra en su incesante movimiento el que nos da la luz y la oscuridad.
Más allá de las latitudes de Capricornio y Cáncer, están los círculos árticos y antárticos,  cuyos puntos más altos, medidos perpendicularmente desde el Ecuador nos entregan la idea de los dos polos de la tierra y el convencimiento de que ésta es como una naranja. Son las latitudes en que los días duran seis meses y las noches sin día, igual tiempo.
Desde la antigüedad cuando uno enfrenta al sol por la mañana un punto del horizonte, queda a la izquierda. Job asegura refiriéndose a Dios: Él hizo la Osa, el Orión y las Pléyades, y los lugres secretos del Sur (9: 9). Más adelante pregunta, sí es posible al ser humano guiar a la Osa Mayor con sus hijos (38: 32). Job me entrega una incertidumbre: Él manda al sol, y no sale; y sellas las estrellas  (9: 7); pero así yo no puedo expresarme: el sol no sale ni se esconde, el sol se mantiene allí. Leí alguna vez: “en la antigüedad los Reyes amenazaban a sus vasallos quitarles el sol por un día, cuando los matemáticos calculaban un eclipse”. Es muy probable encontrarnos dentro de la civilización china alguna mención suya ante de la era de Jesús. Li Po le dedicó un indescifrable poema. Confucio el tratado de los siete ojos del dragón. Vista desde sitios distintos, reparó imágenes distintas: Los árabes ven en ella el paso de una caravana agobiada de desierto. Los indios de América del Norte, un cucharón. Los romanos bueyes de tiro. Los griegos, obra de la venganza de Artemisa, el oso en que se convirtió Calisto, tras la seducción de Zeus. Homero la menciona en el Canto V de la Odisea, cuando Ulises intenta en vano guiarse por ella para regresar a Ítaca.
Osa, carro, caravana, cucharón o bueyes, ésta siempre fue un punto en el espacio ubicado a la izquierda por donde nace el sol.
Del septentrión o relativo a él: Que cae al norte.
Lo austral, pertenece al Polo contrario.
Lo meridional es lo contrario de lo boreal.
Así es más fácil comprender qué latitud de América corresponde a la que Bolívar menciona en sus Documentos. Por mi parte, al margen de la clase de mi profesor de Geografía, puedo dar testimonio que en mi aldea llueve cuando le provoca. Predomina más la sequía que lo lluvioso pero como el verdor se asocia al rocío puedo dar testimonio de dos estaciones: cuando los ríos están secos o cuando los ríos están a más de media caja.
Lamentable que igual a la distribución del sol en la tierra no ocurra en el hombre el descargo del desamor. El odio en todas partes es el mismo, el egoísmo y el sufrimiento igual. En este mismo instante, una mujer olvida un hombre en varios puntos de la tierra aun cuando una parte esté iluminada y la otra en penumbra.

Este instante del ave cansada de volar

¿Qué hago con las flores que me dejó el olvido?
Hay fragmentos y la culpa es del bendito vallenato ese
si no fuera por la calle esa,
por el poemario ese que me regaló,
por el olor de la comida esa,
por el vomito ese a la entrada de la ciudad
por la vez en el río
por todo lo que yo llamo olvido
porque sí lo menciono uno a uno,
el río, mi pequeño río, se desborda
y la piedra del desespero, me alcanza

por los poemas esos, que le escribí
que ahora tanto dolor me causan

porque el olvido deja fragmentos
y no se presenta con sólo invocarlo

porque para llegar a él
es necesario recorrer un largo camino

y no es justo, dado que el amor es muy corto

me declaro absolutamente imposibilitado
de no seguir volando nada más porque estoy cansado

¡Bendito sean los que olvidan
porque nada tendrán que escribir!

Al río que brota cuando lo olvidamos

¿Puede una línea dar cuenta de los múltiples sucesos de un año?
La ausencia dejó hierbas frondosas a sus pasos

¿Por qué no te apartas de mi alrededor aunque sea un segundo?
sinceramente estoy cansado
vea la acción tan noble de mi escritura
deshierba la ausencia
                                  y despunta alguna tentativa

desaparece las flores plásticas del desamor
y apuesta al río que brota cuando lo olvidamos

pero la ausencia se esconde en el viento
lo sopla y lo expande
el viento la entrega al amanecer
y al caer la tarde
abarca al diminuto ser que soy ahora

De seguro
en otro momento
cuando cuaje en la escritura
me hará menos daño
Acontece porque no quedó conforme
con lo poco que dije de ella

Lo que el año me dejó
es lo opuesto de la ausencia
Los sucesos de un año
no caben en un titular de periódico
se necesita el don de Borges
y como después éste dirá
que no es digna de su obra
una línea no puede recoger los sucesos de un año
—Queda de pie, una posibilidad, dirá Huidobro
el verso de una línea que se parezca a los sucesos
que dieron sustancia a ese año

el río que brota cuando lo olvidamos
tiene el mismo nombre, pero no es el mismo río
a cada instante una nueva entrega, en cada paso, otra
aunque nosotros sólo dispongamos
de una imagen que corresponde a una posibilidad del azar
que nada dice de las otras

Este año, cabe en una palabra
pero lo que me sucedió a mí
no se corresponde con lo vivido
por los demás

El río que brota cuando lo olvidamos
es el río que permanece echado a nuestro lado
Ningún hombre de la costa
puede vivir sin desear un río

sin la angustia del forceo
de estar cerca de él
sin el ruido de sus aguas

El río que brota cuando lo olvidamos
¿Podrá convencer a los demás
que este año fue duró para mí y el que viene será peor?
Sí se seca mi río,
no quedará de Carmen Pérez ningún rastro
Ya ni tengo ganas de vivir, Madre

El día más desgraciado de mi vida
será cuando se termine de secar este río

sábado, 26 de mayo de 2012

De aquellos árboles. Diccionario particular

Por tío Antonio, en el horizonte de mis sentidos,
creció un Rosa de Montaña
Madre plantó un Josefino.
El último lindero de mi casa,
el del fondo, que daba inicio a otra propiedad;
la siempre casa de mi infancia: un Caro-Caro.
La Ceiba la asocio con la cueva de algún horcado
La Acacia reparte el rostro de tía Alejandra
El Araguaney la fisonomía de un país
y el ruido de un Partido que nos enseñó al enfrentar a los Godos
Apamate, es decir, los días santos

Aquél, un Mata de Ratón. El de más allá un Merey.

Pomarosa es el mismo Pomagás: Tiene la forma del pino
me sucede con al Alelí, la voluntad de conjurar el mal

La palma, donde puedo vivir sin sobresaltos
El moriche, el árbol sagrado de mis parientes de miradas ausentes

Totumo, un hato, pero también el dormitorio de las gallinas
Guayabo, el centro del patio de la casa
mi lugar preferido

Mamón, la tentación de agredir la casa en las noches de lluvia
el temor de mi madre

El Samán, la posibilidad de lo fresco, debajo de un ripio de sol
manjar del ganado, el ruido del hacha.
Un libro agradable de Enrique Bernardo Núñez

Masaguaro, lo impercedero
el desafío de los tiempos

Laulerito, mi abuela y su hermana menor Ana Modesta
donde monté el primer caballo
Cedro, madera pulida
Caoba, que sirve también para madera
La carpintería de Cucú
en la calle que duerme a la izquierda del río:
Un hombre oloroso a caña clara
que mientras espanta la soledad
pule el corazón del Roble

Cedro, Roble, Caoba y Samán
Cucú con el pecho choreado de aserrín

Caucho, Belén de Magallanes
Belén, la que enseñó a un pueblo protestar
por el agua, la luz y el teléfono
Belén, diarios, revistas y suplementos
Belén, la pradera incendiada

Rosa de Montaña, o esa ausencia del monte lejano
Palodeagua, el botiquín más famoso de la Costa del río
la fiesta de Semana Santa

Javillo, mi escuela, la Teresa Hurtado
uno en la esquina, otro en la puerta de entrada
como dos guardianes obesos pegado a la tierra
de obligado respeto
Matapalo, lo bien plantado…
un pasaje de nuestras contiendas armadas
Cuando yo coja este Mocho, los Barreto beberán leche si jincan un Matapalo.
Esto es la entrada del General Joaquín Crespo al Tinaco
la vía de las Galeras del Pao y la recta larga hacia el Baúl
pero también la entrada del círculo de mi infancia
allí donde tengo un río, el afecto, la calle eterna de mis carencias
un mujer que ante Dios cambia su vida por la mía
mi maestra, mis libros olvidados
y mi única novia que guarda el olor de la primera vez

el Tamarindo, la plaza Páez, el desfile de los Libertadores
la promesa del Centauro convertida en Nazareno de Achaguas

Caruto, Dividive y Merecure
el árbol de Navidad de los hogares pobres
la cerca de palos vivos y otros usos medicinales
el olor a Apure, otro semblante de los Yaruros

Almendrón, mi novia de niño

Cañafístula, otro agradable misterio
Coco: el otro lugar, cerca del mar, que conocimos por los almanaques

Corozo, Naranjo y Limón
del más allá, el horizonte en apariencia sin fin
lo infaltable en los patios

Níspero, Anón y Guanábana
abuela Rafaela, Herminia y Madre en sus 15 años

Riñón, Manirito y Manirota
las ofrendas del monte

la ambición de conocerlo todo de tío Antonio
sin cruzar el río: Guayacán, las tierras de oro

Donde vive mi madre, sembré un Mango
Mango quiere decir, el único árbol que planté en mi vida
Algarrobo, la estación a mitad de camino
entre el Diego Eugenio Chacón y el Lazo Martí
entre Achaguas y San Fernando

Josefino, el patio de mi maestra Ligia
mi madre en la batea
en flor, un josefino en flor,
el único retrato posible de mi madre

Ordeño la ausencia y se me reparte en árboles
toda ausencia la preside un árbol frondoso
y todo lo que yo amo tiene que ver con un árbol

Un árbol es lo que yo vengo a regalarte en este día
porque todo lo que tengo por bonito me remite a un árbol.

viernes, 25 de mayo de 2012

No es verdad que el horóscopo apesta todos los días

Nunca como hoy me entusiasmó el horóscopo
anunció lo que yo quería escuchar
Me quedó una duda, lo de vivir aferrado a mi esperanza

¿Cuántas veces se cumple su anuncio?
Claro el que juega a la esperanza, cobra

por lo que a mí respecta,
no creo que la suerte me venga ahora a sonreír
después de haber vivido tantos años

mi última plaza, será esa Isla posible
donde yo pueda estar a solas con mi escritura
que yo cuente con ella codo a codo
cansado yo; ella recién bañada
a quien no le estorba mi tristeza
que me ve llorar
que sabe de mi llanto
que no me pone ninguna condición
que hace posible mi primer beso
que multiplica y renueva mis ansias
que prolonga mis amores
que cobra ajustes y da testimonios
que me desnuda ante los demás
y me enferma
que me niega  los olvidos
me da amor, repite mis dolores
—Pan… pan… pan…
son los tres balazos del año pasado
que cambiaron mi ser
y tú te das el gusto de actualizar uno por uno
—Pan…
cayó mi casa

—Pan…
se llevaron mis ojos, me quedé ciego y solo

—Pan…
            la escritura me encerró en un cuarto
y los días se me van sin darme cuenta

debajo de la sombra, otra sombra, un sombrero de arena,
un papel poblado de letras donde la “A” camina como una hormiga
—Esta noche la tendré de nuevo, la llamaré tres veces,
y tres veces el viento me dirá que no viene

—Tú también, dime que no viene
—Sólo puedo decirte que carezco de voluntad. Yo no me gobierno. Tú mismo, pides una noche más
—Retírate, déjame quieto.
—Es tú culpa, tú no sabes hacer otra cosa.

quien te hizo, jamás se imaginó
que mi destino dependa de tu gracia

la sombra dentro de la ola,
el río a reventar, desea abrazarnos
la sombra, dentro de la sombra, acostada,
sombra al fin y sin fin, la sombra
—bórrala, táchala, y allí adentro,
dentro de la ola, tú y ella,
la sombra debajo de la sombra 
la sombra alcanzando el mar
y en su delirio deja estrellas en la arena

el del horóscopo cuando no me manda a trabajar
ni me habla claro
pero cómo no está elegantemente escrito
su anuncio se estrella contra las piedras del día

el adiós del mar, abriga, da calor, permanece

mientras más distante, yo siento que abarca todo mi interior
lo que está allá,
se muda de lugar

devuelvo el beso tibio que nos da la mar
escribí la mejor imagen de la esperanza