Miguel Brill
(Inglaterra, 1931, oct. 29-2018, septiembre 2)
(Tercera Visita al Hijo. San Carlos, febrero de
2010)
—Yo trabajé once
años en los hatos de aquí
entre 1953 a 1964
abordé un barco en
Liverpool y me vine
y cuando menos lo
esperaba
sin más preámbulo
que un movimiento de acomodo en la silla
lo lanzó sobre la
mesa del hotel Central —aquí en San Carlos
delante de su esposa y de mis hermanas
—ESOS FUERON LOS
MEJORES AÑOS DE MI VIDA
A mi madre la
conoció en San Pablo Paeño
Ahora, rondando el
siglo y esquivando los golpes de la vida
preside el selecto
grupo “Los Venezolanos”
que una vez al año
se reúnen en cualquier sitio del Reino Unido
—a comer bien y a
hablar pendejada.
Llevan 46 años
viendo la película
de los hombres de veinte
que fueron
al pasitrote del caballo de la sabana
en su apuesta por
alcanzar el cielo
Cuando a mi padre le
hablan de llano, él habla de Apure
Mejor que yo conoce
al Guárico, Barinas y Portuguesa
Sabe donde comienza
y termina la soledad del llano
Vio construir la
represa de Calabozo
y supervisó el paso
de ganado a nado en Puerto Miranda
Me pidió que lo
llevara a Las Vegas y me dio fuerte
verlo suspirar
frente a la Puerta Negra de El Charcote
Se quedó paralizado viendo
el horizonte
—Por
allá quedaba el camino hacia el Baúl
y por aquella vuelta
se asomaba la luna
—por
ese claro nos íbamos al llano
Me habló de
Guadarrama y de Arismendi
y el río Arauca le
salió del pecho
como una carga
alojada en el alma
de esas de las que
nunca dejan de acompañar al hombre
de las que apenas se
asoman pero no salen
porque si salen se
vacía la vida
y comienza el
regreso antes de tiempo a la nada
Mi padre maneja un
vocabulario de hato superior al mío
pero él y yo somos
uno a la hora de conversar
el té del llano
nos paseamos
dichosos por esta tierra que sabemos de memoria
ante el asombro de
mis hermanas
que no pueden viajar
de esta manera con mi padre
Los he visto paseado
por las colinas verdes de Yorkshire
Y no es que yo las
envidio: —se ve a leguas
que al rostro de mi
padre no lo alumbra el sol de los mejores años de la vida
cuando encontramos a
Demetrio por los lados de Solano
y nos detalló los
nacientes del río Cojedes
mediante un mapa que
pintaba en el suelo
encauzado por el brote de sus palabras
se hicieron amigos y
elogió la inteligencia del hombre
¿Qué tendrá esta
tierra que continua atormentado a mi padre
como una piedra de
centella alojada en el alma?
No sé. Después de esta
confesión
Mejor nos entendemos.
Desaparecieron las fronteras
y me entregó mi
herencia
Mi padre y yo somos
idénticos a la soledad del llano
Pero anoche se echó
a dormir y aun no despierta
—Lucy llorando me lo
acaba de decir—
¡Caramba Padre, este
palodeagua me mojó los huesos!
Me tiemblan los
pelos, la camisa y los zapatos
—Tenga fundamento, frente
al llano ningún hombre puede sentirse solo
Miguel Pérez
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