Mariana, tras antier soñé contigo. Estabas más pequeña. Apenas comenzabas a apoyarte sobre los pies... Te mando un mundo de pájaros, de animales domésticos, de la bahía y el mar que se mete en La Habana, tratando de recobrar sus pertenencias del que lo despojó el malecón.
Mañana te hablaremos de aquella revista, La edad de oro, con la que Martí convocó a los niños a conspirar contra los opresores de siempre.
Ahora que conozco la primavera, palabra por palabra, tengo una bella historia que referirte y un encargo supremo para ti: La vida vale si de por medio está la rosa ensangrantada que esta tarde descubrí dentro de una macha azul oscuro, de un cielo y mar color de plomo.
Hace tiempo no veo la luna con la que tu y yo jugamos de Puerto Nutria a Bruzual.
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