Foto: Zoila Isabel Guadamo
viene temblando de San Fernando
o de más allá
hasta mi lado
en son de una ave asustada
no por lo pesado del viaje
ni la incidencia del viento
ni por su cansancio
es porque pasó un día sin noticias del hijo
demora y tal vez no llegará NO ES NECESARIO se siente en mi alrededor
desiste ―las ocupaciones, le dijo y comienza a desarreglar las maletas
el mar
su rostro
INFINITA
eterna
tarde de lluvia
cae como una gaviota
pisando con cuidado
desea que duerma todo lo que quiera
siempre un poco más
atiende a mis hijos y los complace
que debo aprender a ser padre
que me tengan paciencia
pendiente de mi comida, mi ropa y mis libros
sufre por adelantado mis dolencias
celebra cada uno de mis triunfos
más bien se desatiende
preparándose para mis próximas caídas
y sin reclamar nada, ante Dios
cambia su vida por la mía
catedrales antiguas le dan aires
cuando habla
la casa se para y el agua derramada regresa al vaso
cae allá abajo
cae allá abajo
cae allá abajo
infinito retrato de blanco y negro
en los territorios de la sangre
y somos nosotros
hasta mi padre
mi hermano y yo
quienes nos doblamos
al pasar por las puertas de sus ojos
(los bueyes debajo de un pelo de alambre
en la estación de la memoria)
cae allá abajo
cae allá abajo
donde alguien cena con un verso
Vallejo bendice este poema
y EL VIENTO se descubre
y reserva lo mejor de la ternura
al saludarte MA
DRE
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