De algunos árboles

sábado, 19 de noviembre de 2011

Elegía del hijo agradecido

Foto: Zoila Isabel Guadamo

viene temblando de San Fernando
o de más allá
hasta mi lado
en son de una ave asustada
no por lo pesado del viaje
ni la incidencia del viento
ni por su cansancio

es porque pasó un día sin noticias del hijo
demora y tal vez no llegará NO ES NECESARIO       se siente en mi alrededor
desiste           ―las ocupaciones, le dijo y          comienza a desarreglar las maletas

el mar
su rostro
            INFINITA
                                   eterna
tarde de lluvia
            cae como una gaviota
pisando con cuidado
desea que duerma todo lo que quiera
siempre un poco más
atiende a mis hijos y los complace
que debo aprender a ser padre
que me tengan paciencia
pendiente de mi comida, mi ropa y mis libros
sufre por adelantado mis dolencias
celebra cada uno de mis triunfos
más bien se desatiende
preparándose para mis próximas caídas
y sin reclamar nada, ante Dios
cambia su vida por la mía

                                               catedrales antiguas le dan aires
cuando habla
                        la casa se para y el agua derramada regresa al vaso

cae allá abajo           
cae allá abajo           
cae allá abajo           
infinito retrato de blanco y negro
en los territorios de la sangre
y somos nosotros
                                   hasta mi padre
                                   mi hermano y yo
quienes nos doblamos
                        al pasar por las puertas de sus ojos
(los bueyes debajo de un pelo de alambre
                                                                       en la estación de la memoria)
cae allá abajo
cae allá abajo           
donde alguien cena con un verso
Vallejo bendice este poema
y EL VIENTO se descubre
y reserva lo mejor de la ternura
al saludarte MA
                            DRE

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